Álvaro García Hernández. Enero y tú desnuda. Entrevista
Álvaro García Hernández entró en la literatura siendo finalista del I Certamen Literario Emilio Murcia y se decepcionó tanto que lleva más de dos décadas dedicado en cuerpo y alma a la sección infantil y juvenil donde ha ganado el Premio Gran Angular y ha cosechado grandes éxitos. Ahora vuelve al registro adulto con Enero y tú desnuda (Alianza). Una novela que presenta a un personaje de esos que enamoran desde la primera página. De hecho parece que estaba pensando en él cuando escribí este artículo. Aunque algunas veces, esta entrevista desmienta mis consejos. La literatura es así.
Álvaro García Hernández: «Tengo a Enero tan en carne viva que si me pusiese a escribir ahora escribiría contra Enero»
Enero y tu desnuda te sorprende desde la primera página, desde el primer párrafo te enganchas a este hombre que se llama Enero aunque no lo descubras hasta bien entrada la trama. Te coge de la pechera y te arrastra a la locura de su universo hasta descubrir que el personaje en el fondo está más cuerdo que tú mismo.
Entre ratas muertas, diazepam, speed, catapultas de madera y tractores transcurre una trama de espionaje a fondo desde la taza del retrete y animales que hacen de Pulpo Paul pero con las inversiones en bolsa.
Buenos ratos sucesivos que te van descubriendo mucho más incluso de ti mismo. Eso es Enero y tu desnuda. Una novela escrita de manera automática, desde las tripas, sin filtros en la que las piezas encajan desde el primer momento.
El cambio generacional, Internet, la huella digital, la España vacía, el fracaso, el abandono, la fatalidad y la bondad se juntan en estas páginas de las que no saldrás ileso.
Para conocer más a fondo este prodigio de sorpresas, entrevisto a Álvaro García Hernández. Te dejo con nuestra conversación. Disfruta.
¿Cómo empezó todo con esta novela?
Escribo literatura infantil y juvenil, pero yo solo escribo en verano, de manera que se acaban mis cuatro semanas de infantil y de una me planteo, por primera vez en muchos años, que podría escribir una novela de adultos.
De hecho, siempre me he estado refrenando porque cuando escribes novelas para niños o jóvenes no puedes hablar de ciertos temas, no puedes hablar de determinada manera, es importante cuidar el tono. Aquí, literalmente, puedo decir lo que quiera, el único margen me lo ponía mi mujer que al acabar el día leía lo que escribía y me aconsejaba cuando me había pasado.
Así que de una me encuentro con un personaje que puede hacer lo que quiera. Y, al principio, yo no sé por qué hace las cosas Enero. Solo sé que es excéntrico, pero de una el propio personaje se va volviendo coherente y te explica que la situación inicial de Enero es la de un héroe que se sacrificó por todo el mundo. Aunque él no recuerda por qué se sacrificó y por qué está en esas circunstancias.
La prueba la tienes en que, como hace Vladimir Propp, la vida de todos acaba mejorando gracias a Enero. Eso sí, en un principio no sabía que estaba pasando ni yo mismo.
¿Entonces, cuando te pusiste a escribir qué tenías?
Ganas de escribir.
¿Solo?
Yo tengo una habilidad extraña. Cuando escribo me quedo en trance. Muchas veces, cuando acabo de escribir, leo y flipo yo mismo con el resultado, las asociaciones que se van tejiendo… Escribir es un don. Hay gente que lo hace con mucho esfuerzo, con mucho cálculo, yo tengo muchos defectos, pero es cierto que escribo como si las palabras viniesen una detrás de otra solas y en esta novela ha sido automático. Enero tiene algo diferente, soy consciente, si no la hubiera escrito yo y la hubiera escrito otra persona, pensaría lo mismo.
«Hay algo mágico en esta creación y no puedo justificarlo diciendo que lo planeé durante meses.»
¿Entonces, todas las preguntas que tenía sobre cómo has construido los personajes, qué has hecho con la estructura y todo eso, lo olvidamos, no?
(Risas). Creo que sí. Yo empiezo a escribir en serio con el blog, escribiendo relatos cortos. Yo aprendí mucho del feedback con los lectores, puedes ver qué texto ha sido más leído o el más comentado. Los textos cuánto más pequeños, más rápidos son y más ágiles. De hecho, cuando yo presento la obra en el registro, me llaman y me dicen que esto no es una novela, que es un libro de relatos… Hasta ese punto confunde.
En realidad, Enero capítulo a capítulo es como un relato corto, tiene su inicio, su avance y su final. No tiene la progresión temática de mis novelas infantiles, que están planificadas.
Enero era un flash, una secuencia que yo quería destacar, pero el personaje era tan coherente, tan cohesionado que si lo ponías en esa situación iba a hacer algo excéntrico… (de ahí el tractor, la catapulta, las ratas… ). Yo no sabía que todo eso solo era para demostrarme que Enero no es un perturbado.
Yo soy el primer sorprendido cuando el propio personaje me dice que lo que va a hacer es por esto o aquello. Hay algo mágico en esta creación y no puedo justificarlo diciendo que lo planeé durante meses.
«Mi generación tuvo que aprender el interior de Internet.»
Hay una lectura entre líneas que es cómo utiliza alguien que no es un millennial las redes sociales e internet, con unos fines y de una forma totalmente diferente…
Yo tengo 43 años, Internet llega aquí en el año 2000, qué sucede, mi generación está educada en saber cómo funcionan las cosas. Nosotros teníamos que saber cómo se instalaba el sistema operativo, cómo se instalaban los programas, tenías que meter discos, contraseñas… Tú ahora le preguntas a un adolescente, a mi hijo de 16 años, qué sistema operativo usa su móvil y no tiene ni idea.
Mi generación tuvo que aprender el interior de Internet. Es una perspectiva muy diferente a la generación de Ana que, simplemente, no quieren saber. Si necesitan algo, lo miran en un tutorial de YouTube y ya.
En mi generación hemos aprendido un montón de cosas que solo hemos usado una vez. Se dice en el libro y es cierto. Ese choque generacional entre una millennial y alguien de mi generación, la generación de la crisis, es muy interesante, mucho que más que la relación seudoerótica.
Imagino que esa relación a la que te refieres te sirve para crear una imagen del personaje que luego irá cambiando. Es como el detonante del personaje.
Claro, Enero se siente atraído por la chica, es un personaje que está sumergido en las drogas y esa atracción, ese sentimiento de vigilancia, hace que el lector lo vea como un perturbado. Ahí fue donde mi mujer y yo pulimos muchísimo para que no diera el paso de convertirse en un perturbado de verdad.
Sí, hubiera sido insalvable.
Exacto, llega un momento en que Borja le dice que confunde querer con cuidar de alguien, con proteger a alguien. Siempre ha protegido a todo el mundo. Entonces, te das cuenta que ese roce viene de ahí, en realidad la está cuidando. El personaje es mucho más coherente de lo que pensabas al inicio.
«He encontrado que no quiero escribir más.»
Una vez que la escribes, ¿corregiste mucho?
En infantil y juvenil, me dan sopas con ondas, me corrigen un montón, pero en este caso hay un 10% de corrección en una obra que se escribe en cuatro semanas. Está super calculada. Frases muy cortas, con un ritmo muy cuidado, hay muchísima rima en los diálogos, en todo, cortarla era muy complicado.
Entonces, ¿has encontrado tu registro en realidad?
He encontrado que no quiero escribir más. Toda mi vida me la he pasado que no había acabado una novela y ya estaba pensando en otra, desde que acabé Enero no quiero escribir, es como cuando acabas el camino de Santiago y dices y ahora qué.
¿Pero por qué, si has encontrado tu registro de verdad?
Me he pasado 20 años de mi vida queriendo ser escritor, 20 años luchando, tengo un premio nacional en juvenil, quedé finalista al año siguiente en infantil, Enero está haciendo virguerías… No sé qué viene después, pero sé que es un punto de inflexión. No tengo ni idea de por dónde tirará mi vida.
Yo creo que estás en shock precisamente porque has encontrado tu registro, tú aquí fluyes, el tono del personaje central es muy bueno… Así que si has dado con tu clave tienes que sacarle partido.
Pero tengo a Enero tan en carne viva que si me pusiese a escribir ahora escribiría contra Enero. A día de hoy no tengo la necesidad de escribir y he vivido con ella 20 años.
«Un libro no te tiene que entretener, debe convertirte en mejor persona»
Para terminar y siguiendo con los futuribles, ¿qué te gustaría que pensara el lector cuando termine de leerlo?
Que le han engañado. Hay un juego en Enero que me gusta muchísimo, cuando tú como lector comienzas a leer la obra, piensas que eres mejor persona que Enero porque tú no te acercarías a la niña, no la observarías de esa manera. Cuando acabas de leer Enero y tú desnuda, él te ha demostrado que tú eres peor persona. Ese sentimiento de engaño te pone la piel de gallina.
Un libro no te tiene que entretener, debe convertirte en mejor persona y si alguien te demuestra que se puede hacer mejor de lo que lo has hecho hasta ahora, te convierte en algo mejor.
La literatura no está aquí para hacernos pasar el tiempo, puede haber muchos tipos de literatura, mi literatura tiene que convertirte en mejor persona. Te tiene que hacer sentarte y cuestionarte en qué puntos de tu vida puedes mejorar y he encontrado un personaje que me demuestra que nos hemos torcido, que tenemos flecos que podemos recortar.
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