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Caballos lentos, Mick Herron. Reseña

febrero 21, 2019/2 Comentarios/en Reseñas /por Yolanda Barambio

Caballos lentos (Salamandra) es una de las novelas más apasionantes que me he leído últimamente. Es original en todo, desde la puesta en escena, hasta unos diálogos rabiosos, pasando por unos personajes redondos hasta decir basta.

Caballos lentos o cómo sorprender al lector en cada página

La novela comienza de una manera trepidante que acaba en un bluf que no lo es. Una declaración de intenciones de lo que el lector se va a encontrar en este libro en el que nada es lo que parece.

Juegos de la loca de los libros

Antes de seguir tengo que explicaros uno de mis juegos favoritos con la lectura, tengo muchos (es lo que tiene ser lectora compulsiva). Pero uno que me encanta practicar siempre que se dan las circunstancias se llama «adivina qué tienes entre las manos». Esto lo hago cuando de diferentes fuentes fidedignas entiendo que hay una novela de la que no he oído hablar, pero que es buena. Entonces, intento no leer nada sobre ella, no saber nada más. La compro, la abro y comienzo. Así, a las bravas. Es una delicia ir descubriendo todo desde esa lectura. Cómo la ha escrito el autor, qué quiere conseguir, por qué da determinados detalles… Así poco a poco.

Luego si me ha gustado la novela, comienzo a leerlo todo sobre ella: otras reseñas, entrevistas con el autor, críticas… Todo. Y cotejo si las ideas que me había hecho eran ciertas o no. Es un ejercicio maravilloso para mantener mis sentidos entrenados. Cuando comienzo a trabajar con un autor, esa percepción es muy importante, me permite captar muchas intenciones que de otra manera se me perderían. Así que siempre que puedo practico este juego. Hacía tiempo que no me salía tan bien. Que no disfrutaba tanto. Que no me quitaba el sombrero. Herron lo ha conseguido. Y ahora sí, vamos allá.

El colmo del buen inicio en Caballos lentos

Cuando terminé de leer ese inicio en el que sin decir nada, el autor es capaz de ponerte en escena totalmente, aterricé en un lugar que desentonaba absolutamente con lo anterior. Tanto es así que creía que estaba leyendo un libro de relatos. Tuve que volver a la portada para cerciorarme de que era el mismo libro. Leo muchas cosas a la vez y, aunque nunca me pasa, la edad no perdona y en este caso me asusté. Pero no, nada de eso. Seguía leyendo Caballos lentos, divino tesoro. Así que con la adrenalina por las nubes, caí en un remanso de paz descriptiva. Ole. Y sin despeinarse.

Quiero ver lo que tú ves

Para empezar tengo que decir que en mi vida jamás había asistido a más de una página de descripción en un inicio sin cansarme en ningún momento. Mick Herron demuestra que se ha aprendido bien la lección de las descripciones (aquí te dejo un artículo donde hablo de ellas). Cuando terminé de leer esas páginas, tuve que volver otra vez sobre lo leído porque quería saber cómo lo había hecho y voilà, qué listo es.

El lector ve por los ojos de alguien que va en un autobús o que se sienta en una parada. Vehicular una descripción a través de un personaje, aunque sea un desconocido, la hace más interesante de inmediato. ¿Por qué? Porque al lector, que es un cotilla por naturaleza, le gusta ver lo que otros ven o sentirlo o saber qué saben otros. Herron ha combinado lo que se debe con lo que no se debe hacer y le ha funcionado a las mil maravillas. A través de estos ojos desconocidos va describiendo cómo es la Casa de la Ciénaga, el hogar de los caballos lentos. Una maravilla que dinamita todas las reglas de inicio de un libro.

Mucho que aprender de Mick Herron

Y si me sorprendió esto, aún me quedaban muchas cosas deliciosas que aprender de Herron. Como por ejemplo a crear personajes maravillosos o a manejar la multiperspectiva desde la tercera persona con maestría y sin que se noten, demasiado, lo que parecen trampas pero que luego no lo son. Sin olvidarme de los diálogos, el tono y una prosa rápida y certera. Y todo lo que tiene de realidad. De todo ello hablo a continuación.

La redondez hecha personaje

Vamos con los personajes. Ay, qué maravilla de Lamb. Un personaje que aparece ante los ojos del lector como un secundario de poca monta (un Ignatius Reilly en toda regla) y poco a poco va creciendo, enriqueciéndose, maravillándote. Es la bomba, de verdad. Mick Herron va lanzando anzuelos y poniendo ojitos para que el lector ame a esa criatura tan repulsiva y, aunque se resiste, acaba adorando a Jackson Lamb.

El autor lo ha hecho a la perfección con él, pero también con los demás. La mayor parte de los que aparecen tienen el don de ir transformándose ante los ojos del lector, poco a poco, casi imperceptiblemente en cada capítulo. De hecho, tiene las narices de describir totalmente a un personaje al final del libro. Y dirás, bueno, no será para tanto. Lo es y no digo más porque no quiero hacer spoiler.

Presentar la acción

Y es que parte de la maestría de Caballos lentos viene determinada por esa forma de presentar personajes, que, a la vez, es una manera de introducir la trama. Los personajes entran en la mente del lector haciendo cosas, siempre, y sobre todo sabemos cómo son por lo que hablan, por lo que callan y por lo que mienten. Ay, qué delicia, son tan reales, tan ellos que no puedes más que amarlos con desesperación. Hay personajes que se tiran pedos cuando menos te lo esperas, es literal, y Herron lo hace tan bien que te encanta. No digo más.

Los diálogos también tienen mucho que aportar a este deslumbramiento. Son geniales, inteligentes, rápidos, ingeniosos, reales. Dejan al lector su espacio para interpretar como si estuviera viviendo cada una de las escenas. El autor utiliza todo su potencial aquí y funciona, incluso cuando transgrede las reglas elementales, como por ejemplo: «Qué. Coño. Quieres». Porque sabe que es la mejor manera de mostrar la tensión de la escena. Ellos te llevan por la trama saltando de un lugar a otro y viviendo con esos caballos lentos a los que vas a terminar adorando.

La técnica de la multiperspectiva

El libro es una sucesión de multiperspectivas, sin ningún tipo de marca. La narración en tercera persona va cambiando de escenario y personaje, rápidamente. Siguiendo el hilo temporal de manera infalible, consiguiendo que la tensión llegue muy lejos. Jugando al gato y al ratón con el lector. Hasta que coges el punto, puede ser que te pierdas, pero en un segundo estás de nuevo ahí, alucinando.

Vamos con la prosa, ya os he contado cómo son los diálogos, así que solo diré que tiene una forma de escribir clara y que sabe manejar muy bien el lenguaje para llevar al lector al punto que él quiere. En parte porque utiliza un humor rápido, directo y al mismo tiempo de una sutileza maravillosa. Por ejemplo, pocas veces me río tanto con una novela, entre otras cosas porque para escribir esto tan largo, tengo que concentrarme en muchas cosas a la vez. Aquí, Herron lo consigue. Con muy pocos datos de qué estaba pasando, consiguió que estuviera casi media hora riendo al finalizar un capítulo. Això ès mel de romer.

Como muestra, un botón

«En las estaciones siempre se produce aquella sensación de movimiento contenido. Una muchedumbre era una explosión a punto de producirse. Las personas eran fragmentos. Lo que pasaba era que aún no lo sabían».

«La información grabada en las ventanas con letras doradas añade un dato que empaña toda curiosidad: W, W, HENDERSON. NOTARIO Y FEDATARIO PÚBLICO».

«La mayoría de nosotros sostiene que ciertas cosas solo le ocurren a los demás. La mayoría de nosotros sostiene que esas cosas es la muerte».

«(…) que el amarillo no es amarillo en absoluto, sino un blanco exhausto por los alientos estancados y el tabaco, por los vapores de los fideos recalentados y de las gabardinas puestas a secar en los radiadores; que el gris no es gris, sino un negro despojado de su contenido».

«(…) movió la cabeza y decidió que lo habría emitido el edificio al despertarse: debía de estar flexionando los dinteles, suponiendo que fuera eso lo que hacían los edificios por la mañana después de una noche de lluvia».

«(…) el instante anterior cuando disfrutaba de un pacífico afeitado mientras pensaba: «cuánto me alegro de no ser el cabrón desgraciado responsable de eso». Eso era lo que le dolía: la noción de que a lo largo y ancho de todo el país había otras personas que pensaban exactamente lo mismo y él era el único que no merecía pensarlo».

«La ciudad aún estaba a oscuras, pero se oían ya los primeros susurros del amanecer y la luz de las farolas empezaba a perder su dominio del aire».

Le ves la sábana al fantasma y te encanta

Cuando digo arriba que a veces Herron hace trampas, me refiero a que hay determinados datos que se resiste a dar, aunque haya varios personajes que los conozcan. Creando una tensión añadida a la trama que además da rabia porque te induce a pensar que es un gran pero. En otra novela este hecho restaría verosimilitud al narrador. Y aquí, sale indemne porque lo hace tan bien que no puedes agarrarte a nada para justificarlo. Luego lo entendí, cuando descubrí en la segunda parte del juego lo que te cuento abajo.

Herron ha sido muy listo, mucho; ha adaptado las reglas del género al momento actual. Caballos lentos es una novela de rabiosa actualidad, que habla de cosas muy serias sobre las que todos pensamos, con más o menos miedo, con una acidez biliar increíble. Esta novela es una crítica sin concesiones a la sociedad en la que vivimos. Un golpe de gracia. Una pequeña grieta en el sistema que acaba siendo un tocado y hundido.

Lo mejor: hay más

Cuando bajé de la nube en la que me suben las buenas novelas y me puse a investigar, lo que me maravilló es que es la primera de una serie que aún no está cerrada. Así que después de dar unas cuantas vueltas de campana, entendí por qué Herron ha hecho así las cosas; comenzaron a cuadrarme determinadas descripciones y ese final. ¿Se podría cerrar un círculo sin cerrarlo? Ese es el final y mueres por seguir leyendo. Perfecto.

¡Hasta la semana que viene! 🙂

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2 comentarios
  1. Mary
    Mary Dice:
    abril 10, 2020 en 10:03 am

    Hola, me cuesta un montón escribir porque no controlo el idioma y me paso la vida buscando artículos como este para aprender. Las reseñas como esta me sirven de mucho porque si he leído el libro, puedo analizar mejor cómo lo ha hecho el autor y es como un desafío que me enseña. Así que no sabes la ilusión que me hace cuando encuentro reseñas como esta. Gracias

    Responder
    • Yolanda Barambio
      Yolanda Barambio Dice:
      abril 14, 2020 en 9:46 am

      Hola, Mary, no sabes la ilusión que me hace a mí recibir tu comentario. Mi objetivo a la hora de hacer este tipo de reseñas es precisamente este, así que muchas gracias a ti por compartir conmigo tus palabras. Un abrazo y mucho ánimo con esa escritura.

      Responder

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