Cómo documentarse para escribir un libro. Las claves
Cómo documentarse para escribir un libro. Vamos a ello. Todas las novelas; y ni te cuento los ensayos, necesitan un periodo de documentación que se dará antes y/o durante la escritura.
Cómo investigar para escribir una novela
En pleno proceso de inspiración, tu mente viaja acumulando información e ideas que luego te pueden servir para llegar a desarrollar esa trama que tanto deseas escribir.
Todas esas ideas tendrán mucho más fundamento, si antes te has documentado como debes a la hora de crear ese mundo o de enseñar cómo funciona, en el caso de un ensayo.
¿Por qué la documentación es esencial antes de comenzar a escribir?
Es básica para que seas capaz de escribir bien porque sirve para que des datos fidedignos y, sobre todo, para componer tu mapa mental sobre eso que vas a escribir.
Es necesario que tu cabeza tenga todos los detalles para que sea capaz de hacer una buena selección de palabras y escribir de la mejor manera posible aquello que tienes que contar. Sin ese conocimiento, nunca acertará a contarlo con eficiencia.
Es como si le das una flauta a un burro. Si suena, milagro del señor. Pues eso.
—No, ¿por?
—Nah, cosas de editora loca
La documentación te ayudará a enriquecer la trama y dotarla de veracidad. Y como consecuencia, serás capaz de atraer al lector de una manera instintiva.
Así que por mucho que, por ejemplo, tu novela se ambiente en la actualidad y trate de alguien como tú; oh, casualidad; deberás saber todo acerca de esa persona, aunque luego no muestres más que una mínima parte de esa documentación.
Aunque el protagonista sea un personaje idéntico a ti, deberás saber por qué toma sus decisiones.
El azar —que a veces gobierna una vida— en la ficción no existe (al menos no debería, si quieres ser verosímil ante el lector).
Así que debes saber explicar en tu cabeza todas sus reacciones, para luego poder plasmarlo de la manera más eficaz y con la mejor economía comunicativa posible. De tal manera, que el lector pueda entender a tu personaje de una forma instintiva.
Y el instinto y lo orgánico es lo menos casual en una novela. Cuesta mucho trabajo e ingentes cantidades de documentación conseguirlo.
¿Qué tienes que buscar?
Todo lo relacionado con tus personajes o la temática del libro. Desde escenarios a edificios, pasando por el contexto histórico a todos los niveles y hasta el tiempo que hacía en ese momento, en el caso de que sea importante para la trama.
También es esencial que tengas en cuenta qué hacen tus personajes y todos los detalles al respecto para que todo funcione y sea verosímil.
Por ejemplo, si tu protagonista es un forense, deberás saber qué hace en su trabajo, aunque no lo vayas a poner. Ya que será importante conocer cuánto tiempo pasa en el trabajo, qué horarios tiene, cómo afecta su trabajo a su vida y diferentes datos que variarán dependiendo del género de la novela y de la implicación que tenga su profesión en ella.
Como ves, todo es susceptible de ser objeto de documentación.
La importancia de las fuentes
Es un momento delicado puesto que debes saber priorizar los datos que vas encontrando y componer un mapa con ellos. En la actualidad, el problema no será la falta de información, sino saber qué datos son los buenos.
De manera que a la pregunta de cómo documentarse para escribir un libro, la respuesta fácil es que lo importante es acudir a buenas fuentes. Aunque por supuesto no es tan sencillo.
Cuando no existía internet, había unos lugares muy concurridos por los escritores: las hemerotecas. Ahí se encontraban los periódicos hasta tiempos remotos.
Aún existen, y además de navegar por internet, puedes acudir a ellas. Son una de las fuentes más fiables. Ahora los periódicos no tienen esa autoridad, en parte por su culpa, claro. Aún así, al margen de cómo se trabaja en las redacciones (de esto sé yo un rato), las publicaciones periódicas nos dan muchos datos de una época al margen de los sesgos y las parcialidades. Si sabes analizarlos, te ofrecen un contexto bastante claro.
Las bibliotecas también son fuentes bastante fiables para documentarte porque aunque siempre puedes dar con un libro que no sea lo objetivo que debe, tienes bastantes signos que te indican si la información es buena o no. La editorial, el autor o las fuentes citadas te pueden dar muchas pistas.
Con todo, la forma más fidedigna de documentarse es acudiendo a los testimonios. Si conoces a personas que han pasado por la situación que quieres contar será un lujo para empaparte de todos los detalles que necesitas para recrear esa historia.
En una novela, los personajes son los reyes, si tienes uno de carne y hueso que te pueda contar cómo vivió aquello, llevarás mucho ganado, aunque tu personaje no se parezca en nada a esa persona.
Y, por supuesto, viajar a los escenarios donde se ambienta el libro es lo ideal. Si no puedes, en un mundo globalizado, siempre tienes fuentes que te permiten casi estar allí, como Google Earth, por poner un ejemplo.
Porcentaje entre ficción y documentación
Y ahora (al margen de los chistes malos muy malos) entramos en el terreno pantanoso de qué contamos en esa carrera de fondo sin fin que es la documentación.
Si dar detalles sobre el contexto y los personajes en una novela va a propiciar un acercamiento de los lectores hacia lo que cuentas, hacerlo en exceso destroza la obra.
Se debe medir bien qué y dónde se cuenta para que, siendo lo más fiel posible a la realidad que quieres plasmar, consigas que la trama no sufra en ningún momento.
Por ejemplo, en una novela histórica, si incluyes muchos personajes reales de la época, sin revisar su perfil o lo que aportan a la trama, puede darse la situación de que aquello resulte tan forzado que parezca mentira siendo verdad.
Así que hay que seleccionar, como siempre. La literatura es una selección continua, sin freno.
Para lograr integrar de forma armónica la información recabada es importante hacerse preguntas como éstas:
- ¿Tiene sentido incluir este tipo de detalles en mi historia?
- ¿Qué aporta a la trama cada uno de ellos?
- ¿De todo lo que sé, qué se ajusta más a la economía comunicativa?
- ¿Podría incluir este dato en otro lugar que lo vehiculara de manera más fluida?
- ¿Resulta verosímil? ¿En caso contrario, cómo podría hacer que lo fuera?
Y es que hablamos de ficción, tu trama es la que manda, la documentación es el ancla a la realidad de aquello, pero no se debe notar. Así, en una novela, de todo lo que cuentes, la documentación puede alcanzar, como mucho, un porcentaje del 10%. El resto debe ser ficción.
Esta es la famosa teoría del Iceberg. Aunque tiene sus variantes, te la dejo aquí para que te hagas una idea.
De hecho, este porcentaje en algunas me parecería demasiado. Y en otras, a lo mejor es poco. Para saber en qué medida debes trufarla, tienes que atender a la trama y sus necesidades.
Los datos nunca pueden interrumpir la acción, deben hacer avanzar la trama en todo momento.
Así que debes incluir lo fundamental, sin que se note, adosándolo a los personajes y acompañándolo de acción.
El lector lo tiene que leer sin darse cuenta de que le estás aportando esas bases para componer la historia, ahí está la cuestión.
Cuando hemos conseguido unos datos maravillosos y nos ha costado mucho llegar hasta ellos, nos da pena relegarlos, pero todo tiene una jerarquía y en este caso la documentación tiene un papel relevante, pero poco agradecido en la ficción.
Y es que la función más importante de la documentación pasa en tu cerebro. Y se centra en que consigas ordenar y transmitir la historia de la mejor manera posible.
¿Y tú, cómo lo haces? Documéntame.
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