Síndrome del impostor para escribir
El síndrome del impostor tampoco es tan malo, sobre todo cuando no lo tienes, y hay otros problemas que pueden ser peores, como el efecto Dunning-Kruger. ¿Que no conoces ningunos de los dos fenómenos? Sigue leyendo. Voy a intentar aportar mi granito a la montaña de letras que ya existe sobre el tema. Vamos allá.
Cómo superar tu síndrome de impostor, si existe.
¿Cómo superar tu síndrome del impostor?, no es sencillo, para comenzar porque en la mayoría de los casos ni sabes que lo tienes o crees que lo tienes y luego es puro postureo. A todos nos pasa alguna vez.
Para empezar, tener el síndrome del impostor no solo significa que seas una persona muy perfeccionista. Tampoco es lo que le pasa a ese compañero repelente que te da la brasa durante horas diciendo lo mal que hace las cosas, lo horrible que lleva preparado todo y luego saca la mejor nota y todo le sale bien.
La persona que lo padece no solo es incapaz de identificar lo preparada que está para hacer determinadas tareas; sino que también sabe que es una realidad que no lo esté, porque hay veces que mete la pata hasta límites estratosféricos (como todos). Y como sabe que puede pasar, la situación se recrudece.
Y es que cuando lo piensa, se da cuenta de que existe una posibilidad (en realidad, muchas) de que se caiga con todo el equipo. El día menos pensado el universo se dará cuenta de que es un fraude. Y solo de pensarlo, le dan ganas de meterse en la cama y no salir de allí.
Es como una espada de Damocles perpetua sobre la cabeza.
Y entonces sale el que dice, sí, hombre, ¿cómo trabajas o escribes con eso ahí todo el tiempo? Pues mal y con muchas posibilidades de que tus miedos se conviertan en una realidad.
Así que en este post vamos a ver que en muchas ocasiones el síndrome del impostor o no existe o es algo bien diferente o, incluso, puede ser hasta tu amigo. Y, por último, veremos cómo superarlo en el caso de que lo sufras y te impida escribir.
El síndrome cuqui
Mira que me da rabia la gente que parece perfecta. Esos que hasta cuando dicen que tienen defectos, siempre son como cuquis y se equivocan, pero poco. A muchos de estos, les viene este síndrome divino.
Si te das una vuelta por las redes, verás un montón de personas que van diciendo que lo sienten (como excusa o solo porque piensan que es sinónimo de perfeccionista), cuando en realidad están aún encallados en esa zona de confort en la que piensas que lo haces todo de maravilla.
Muchos hemos pasado por esa etapa en los inicios. El problema viene cuando te quedas ahí a vivir y no evolucionas.
En ese punto, la persona más bien padece el efecto Dunning-Kruger que es un horror, sobre todo, para los que tiene a su alrededor. También llamado superioridad ilusoria, consiste en pensar que se es un dechado de virtudes, cuando la realidad es justo lo contrario a esa ficción golosa. Es como ser un tonto con iniciativa (hay pocas cosas peores).
En otros casos, lo que ocurre es que se ha apuntado a la moda de sacar lo auténtico a pasear. Ahora todo tiene que ser real: la comida, la vida… Y digo yo, antes qué comían, ¿poliespan? Todo tiene que ser improvisado, pero bonito. Viejuno, pero aseado. Con barba, pero que lleve mil horas de peluquería. Y así no se puede.
Si tienes un síndrome, lo tienes y lo sufres, no es bonito ni guay ni sencillo saltárselo. Te hace sufrir y te impide dar lo mejor de ti. Así que vamos a dejar de banalizar los problemas de una vez.
Efectos del síndrome del impostor
Nuestra mente nos juega malas pasadas de tal manera que paraliza cualquier intento de seguir adelante.
Es una situación muy angustiosa que tiene sus raíces seguramente en la infancia de cada uno (como casi todos los problemas que acarreamos) y que llega un momento que puede ser limitante hasta extremos.
Bloqueos, falta de ganas, miedo a experimentar, terror a mostrar lo que escribes, pánico a que te lean… Y un sinfín de situaciones que van en contra de tus intereses.
El caso menos grave es cuando sientes ese miedo constante, pero lo controlas y no te impide realizar ninguna tarea. Acaba siendo un compañero de viaje, a veces, molesto; aunque, otras, es tu mejor aliado.
La mosca es tu amiga
Y es que, bajo mi punto de vista, si no es limitante, ese zumbido sordo a perpetuidad te ayuda a ser mejor cada día y, sobre todo, a ser honesto con los demás. Un aliado para evolucionar en la escritura. Ah, y no es un síndrome de nada, es que te gusta hacer las cosas bien.
Y ahora estarás diciendo: ¿en qué quedamos? Pues como todo en la vida, depende. Lo que está claro es que tener escrúpulos siempre estará bien en tu vida y para escribir.
En estos casos, la prevención te salva de situaciones que no te gustarían. Y no es que te exijas mucho; es que no tienes capacidad para hacerlo todo. Aunque quieras, no puedes.
Luchar contra las dudas es el pan nuestro de cada día. Ya lo decían dos sabios (Platón y Sócrates, ahí es nada): «Solo sé que no sé nada». De manera que sabrás que vas por buen camino, cuando tengas mil dudas sobre tu obra. Porque cuanto mas sabes, más consciente eres de que lo puedes hacer de mal a muy mal. Y, en este caso, este síndrome es bueno porque te avisa.
Lo que puedes hacer: formarte en aquellos géneros o tramas que quieras abordar y prepararte bien para que la próxima vez que te encuentres en una situación parecida tengas los recursos suficientes para hacer un buen trabajo.
Combatir el síndrome del impostor
Así que una vez que tenemos claro qué no es este síndrome, vamos a combatir lo que sí es.
Lo primero es distinguir la situación en la que te encuentras. Lo más grave que tienes que abatir es la parálisis. El miedo a que no esté bien lo que estás escribiendo te ayudará a mejorar.
Así que vamos a ver algunos casos o situaciones reales en las que puedes sentir esta parálisis y cómo solucionarla.
Hoja en blanco
A veces, esto te sucede nada más tener la idea, sin comenzar a escribir siquiera. En este caso hay diferentes formas de combatirla:
- Piensa que en literatura todo tiene arreglo y lo importante es tener cosas que contar.
- Analiza tus impulsos a la hora de escribir.
- Si escribes porque tienes una pulsión irrefrenable por transmitir algo es una señal inequívoca de que lo estás haciendo bien. Es el primer reflejo del buen camino.
- Documéntate a fondo y sigue adelante, no pienses en nada más. Ya verás luego.
Mal de moda
Has decidido escribir dejándote llevar por las modas, pensando en que vas a vender más y te encuentras como un elefante en una cacharrería.
- Tranquilidad. No hagas nada hasta formarte en el tema que quieras tratar.
- Analiza tus carencias y busca la manera de solventarlas.
- Después, ponte a escribir.
En medio del charco
Estás a mitad de escritura. Te has preparado bien, te sale de dentro escribir esa historia, pero no hay manera de quitarte esta sensación de encima, siempre piensas que todo está mal. Te cuesta seguir escribiendo y ya no digamos ponerte.
- Piensa que siempre habrá profesionales que te ayuden después.
- Por muy mal que esté es lo que quieres contar y solo hay una persona en el mundo que le puede dar los matices precisos: tú.
- Piensa en todas las horas que has empleado en formarte y prepararte.
La brújula y sus consecuencias
Eres de brújula. No me cuentes más, seguro que sabrás que la alergia a los mapas se paga con este tipo de situaciones. Y no es que vea mal que te inspires así (yo, a veces, también lo hago), sino que esta forma de escribir tiene inconvenientes, como todas. Uno de ellos es un síndrome del impostor más agudizado.
- Asume que tu forma de escribir tiene este problema. A veces te lleva a callejones sin salida.
- Intenta tomarte esta sensación como una forma de superarte.
- Aprende a mitigar esta sensación formándote en todo aquello que te salga al paso.
El horror está fuera
No hay manera de que consigas salir de tu zona de confort porque piensas todo el tiempo en el fracaso que va a suponer para ti.
- Experimenta, no va a pasar nada. Lo peor es que aquello se quede en un cajón. El resto de posibilidades no tienen mucha importancia. Todos nos equivocamos.
- La única manera de aprender es buscar nuevos caminos para contar historias. El reto de escribir no está en el qué, sino en el cómo.
Resumen
Lo que vaya a suceder no durará mucho tiempo. Nada es tan grave. No vas a operar a nadie a corazón abierto. Todos los escritores tienen obras fallidas y no se acaba el mundo por eso. Escribir es una carrera de fondo que implica meter la pata muchas veces.
Aunque eso sí, quítate de la cabeza eso de que practicando mucho, vas a aprender más. Si nadie te dice lo que estás haciendo mal, para lo único que sirve practicar es para perpetuar los errores y que tu fraude particular esté cada día más cerca.
Y si acabas abandonando la escritura porque no es lo tuyo, enhorabuena, estás más cerca de encontrar tu lugar en el mundo.
En todos los casos, necesitas a un profesional, antes o después, pero no escatimes ahí, porque estamos para descubrir qué te pasa y buscar una solución.
Si estás empezando con el libro, te ayudará a seguir adelante. Y si ya has terminado de escribir, lo peor que te puede pasar es que te saque mil defectos, pero es la única manera de solucionarlos.
En conclusión, este síndrome se pasa (o al menos se mitiga), con formación, paciencia, asunción de tu propia forma de crear y buscando un profesional indicado para cada caso.
¿Has sufrido alguna vez este síndrome? Cuéntamelo.