Cuando la ciencia ficción es la realidad. El bar de Obi-Wan
Cuando la ciencia ficción es la realidad, todo es posible. Marisol Hidalgo acaba de publicar una novela titulada El bar de Obi-Wan que nos introduce en una trama donde la realidad supera con creces la ficción.
Cuando la ciencia ficción es más real que la vida misma
El bar de Obi-Wan es una novela que se desarrolla en la ciudad castellana de Medinaceli. Un enclave muy evocador que acogerá a América, la nueva profesora del instituto de secundaria del lugar. Allí encontrará la amistad y el amor, además de un cuadro de profesores curioso, por decirlo de alguna manera.
Esta novela, que comienza como una crónica cotidiana de una profesora de instituto, se revela a los pocos capítulos en una trama policíaca en la que muchos de sus personajes acabarán siendo los posibles asesinos.
Los objetivos de la trama
Según las palabras de la autora, este libro lo escribió para hacer frente a algunas de las decepciones que ha sufrido a lo largo de su trayectoria como profesora.
Así Hidalgo confiesa dos objetivos claves que la llevaron a ponerse a escribir: «Hacer pasar un rato divertido (es algo que intento todos los días con los que me rodean) y denunciar situaciones que me encuentro en mi labor docente y ante las que me siento impotente».
Cuando tienes un montón de personajes
Uno de los puntos fuertes de esta novela son sus personajes. Un elenco muy original que da lugar al título.
A la pregunta de cómo los construyó, la autora lo tiene claro: «Creo que yo sería incapaz de construir un personaje sin basarme en lo que ya conozco. Mis personajes tienen pellizcos de unos y otros, de personas que he conocido a lo largo de mi vida. Podríamos decir que son puzles».
Una composición que, a veces, le costó encajar como ella misma cuenta. A pesar de tener una sola protagonista, la novela es bastante coral; lo que hace necesario un cuidado exquisito en la jerarquización de la información sobre los personajes para que todos funcionen en la medida que necesita la trama.
Además, para añadir dificultad, la idea era retratar con un toque de caricatura muchos de los perfiles que la autora se ha encontrado en los institutos en los que ha trabajado. Un toque de humor peligroso, pero que formaba parte de los objetivos de la novela, así que la necesidad de medir bien era fundamental.
Entre las claves, estaba encontrar la manera de establecer hasta dónde llegaba la caricatura y donde el personaje para que fuera real y el lector pudiera identificarse con él y, al mismo tiempo, que se divirtiese con ese toque irónico.
Y para conseguirlo, Hidalgo recuerda que tuvo que corregir hasta la saciedad: «En mi afán por retratar lo que he vivido, me excedía en detalles que en realidad eran innecesarios para la novela y que obstaculizaban la narración».
Lo importante es el ritmo
El resultado es un rompecabezas, como bien dice su autora, que encaja no solo en el género negro, sino que también encierra otros géneros como el romántico e incluso se podría calificar de novela LTBI por algunos de sus protagonistas. No digo más para no hacer spoiler.
Por otro lado, hay que señalar que todo ese trabajo de medir la información ha tenido una doble vertiente en esta novela, y en general siempre la tiene, porque no solo consigue unos personajes muy bien perfilados, sino que la acción y el ritmo de la obra se mantengan a lo largo de todas sus páginas.
El equilibro entre el humor y la caricatura
Hacer todo esto con humor y, al mismo tiempo, darle una pátina de novela negra no es algo sencillo y en esta novela parece fácil y fluido.
En definitiva, El bar de Obi-Wan como se puede aventurar por su nombre lo que busca es que el lector disfrute de su lectura y se enamore de sus personajes, nada más y nada menos, o como dice su autora «que pase un buen rato».
Y es que la sencillez suele ser el mejor camino de la literatura, pero qué difícil es hacerlo. Y si no, que se lo pregunten a Marisol Hidalgo.
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