Eloy Tizón. Herido leve. Entrevista
Eloy Tizón es uno de los escritores más vanguardistas de las letras españolas, además de un sabio respecto a técnicas literarias y un maestro del relato. En este libro, Herido leve, 30 años de memoria lectora lo demuestra, poniendo al descubierto su trayectoria lectora.
Eloy Tizón: «Para mí (este libro) ha sido una fiesta»
Dicen que eres lo que lees, estoy convencida de ello, al menos, si te dedicas a editar o a escribir. Por eso lo que ha hecho Eloy Tizón con este libro es un milagro poliédrico por muchas razones: porque para el resto de mortales es una lista prescriptiva de lujo y porque es una exquisitez, la manera en la que se van uniendo unos escritores con otros en este libro es casi mágica, con el valor añadido de que todos aquellos fans del escritor conocerán de manera pormenorizada sus gustos literarios. Es como un poco como quedarse desnudo. La lectura de Herido leve es una delicia, por algo una editorial como Páginas de Espuma ha rasgado con gusto su catálogo para introducir esta rara avis entre sus obras.
Después de todo lo que acabo de decir, huelga señalar que en cuanto tuve la oportunidad de entrevistar a Eloy Tizón, no me lo pensé dos veces. No solo por esta maravilla, sino por las que tiene a sus espaldas y, sobre todo, porque hasta ahora nunca lo había podido entrevistar en persona y creía que iba a ser una experiencia única. No me equivoqué.
La sencillez y clarividencia de este escritor hace que puedas hablar con él con una inmediatez y cordialidad que deja al margen todo lo demás. Solo hay literatura en medio. No hay nada mejor que una buena conversación en la que se pueda aprender, de verdad, cómo crea alguien como Eloy Tizón. Yo que tú no me perdería esta entrevista. Avisad@ quedas. De nada.
¿Cómo surgió la idea de escribir Herido leve?
En una parte, por casualidad, estaba escribiendo un libro de ficción y tuve un cierto parón y para buscar una salida me pongo a rebuscar en un disco duro antiguo textos que había escrito y me encuentro con una carpeta con muchísimos artículos, reseñas, prólogos y demás en torno a la literatura y los leo por pura curiosidad y ahí surge la idea.
Y ¿cómo convences a Páginas de Espuma para que incluya esta obra que se sale de su catálogo habitual?
Bueno, no me costó mucho. Cuando estaba en la fase inicial lo comenté con Juan Casamayor, él se mostró muy entusiasmado y me dio ideas que me sirvieron sobre la manera de estructurarlo, la manera de encontrar un hilo para que no fuera una simple suma de textos, sino que tuviera cierta lógica y una coherencia, y a partir de ahí comencé a trabajar. Ese fue el punto de partida para buscar otros textos que tenía en papel y al final reuní un material bastante considerable.
Ahí vino la segunda parte, qué hacer con todo eso. Primero tuve que hacer una selección. Los textos seleccionados los volví a corregir y, luego, vino la estructura. Hay más de cien textos. Había que encontrar un cierto relato.
¿Qué sensación ha prevalecido en ese camino de la memoria que ha supuesto este libro para ti?
Lo que predomina es el disfrute, aunque queda mal decirlo y es mejor ponerse la chaqueta existencialista y decir he sufrido mucho, que parece que le da un plus… pero mentiría, me lo he pasado muy bien. Al fin y al cabo es hablar de mi principal pasión e intentar hacerla atractiva para contagiar a otros lectores. Me ha permitido volver a autores que adoro, completar la información que tenía, revisar sus biografías, añadir historias que siempre hay alrededor de los libros y los autores. Para mí ha sido una fiesta y ojalá el lector lo viva de la misma manera.
¿Cuánto tiempo te ha llevado hacer todo esto?
Más o menos un año. Cuatro o cinco horas diarias.
Las heridas leves pueden ser las más duraderas de todas
Eloy Tizón
¿Por qué este título?
Buscaba un título que no fuera demasiado explicativo, que no fuera explícito, quería evitar la palabra libro, lectura, biblioteca… porque creo que ya están demasiado utilizados. Este es un libro que tiene un componente poético, podría ser el título de un libro de poesía y me hacía gracia que fuera el de un ensayo. Y luego porque se puede entender como una metáfora de la propia literatura. Algo que nos deja una marca, una huella, pero no de forma dramática, no es una herida que nos imposibilite o dañina. Es leve porque es un rasguño, pero nos puede durar todo el tiempo de nuestra existencia. Las heridas leves pueden ser las más duraderas de todas.
Yo soy un lector muy poroso
¿Hasta qué punto tus lecturas han influido en tu escritura?
Yo soy un lector muy poroso, me dejo influir y tengo mucha capacidad de admiración y seguramente hay influencias a cientos. Que sea consciente de ellas, pues están Nabokov, que para mí es un referente desde el principio, o Clarice Lispector. Ambos son focos que yo asumo. Cortázar… Luego hay otros que se transparentan o son influencias temporales, pero hay muchísimas y, además, no reniego de ellas, ojalá me influyan más.
Las experiencias dolorosas te nutren
Es difícil tener claras las influencias, a mí me pasa cuando hago un editing. A veces, me cuesta muchísimo justificar por qué algo no encaja y me encantaría tener una guía en ese sentido…
En la literatura hay una parte muy intuitiva, siempre intentamos justificarlo todo y a posteriori creamos un discurso de lo que hemos hecho. Cuando escribes o cuando lees, de repente, ves algo que no encaja y, a veces, nos cuesta justificarlo. Pasa mucho, a mí también me pasa. Creo que a todos nos pasa.
Entonces, para escribir bien, además de leer ¿qué más hace falta?
Bastantes cosas, esencial leer, pero luego hay que pisar mucha calle, porque la literatura te busca la mirada, pero no puedes quedarte encerrado en la biblioteca. Hay casos de escritores que lo han hecho así, pero creo que es más completo si tienes tus experiencias vitales… Amores, odios, exilios… Creo que incluso las experiencias dolorosas te nutren.
Y echar mano de profesionales que te ayuden a mejorar…
Por qué no. Sí, me parece lícito. Yo creo que el libro es una criatura que te envía señales y si tú sientes que en algún momento necesita la mirada de otro, yo soy partidario de hacerlo. Al final, creo que todos queremos escribir el mejor libro posible, para qué nos vamos a engañar, y si además de mi inteligencia que tiene la limitación que tiene puedo contar con la inteligencia de otra persona por qué privarnos de esto.
Quería acercar la literatura tal y como yo la veo (al lector)
¿Cómo es tu proceso creativo, cambia en cada libro?
Yo creo que la diferencia sustancial es el papel del lector. Cuando yo escribo ficción no es que no tenga en cuenta al lector, pero digamos que es una actividad más difusa, tú lo sabes bien. Cuando estás escribiendo no tienes la seguridad de que aquello va a ir a algún lado. En un cuento o una novela que no sé si voy a terminar o igual acaba en la papelera para qué voy a preocuparme por si hay un lector o no.
En cambio, cuando escribes para un medio de comunicación, sabes que habrá un lector. Entonces hay una decisión previa que tienes que tomar acerca de cómo te vas a dirigir al lector, en qué tono. Hay escritores que son muy cascarrabias, nos regañan y no sabes muy bien por qué. Otros son más cordiales. En este caso, mi tono ha sido cordial, de cercanía y cómplice porque era lo que sentía que el libro precisaba. En esto seguí un poco a Ortega y Gasset que hace esa defensa de la claridad y respeto por el lector. No quería ahuyentar al lector con un tono elevado o pedante o ególatra. Quería acercar la literatura tal y como yo la veo. Para mí es una pasión y algo hermoso y quería compartir esa hermosura.
¿Tienes alguna manía cuando escribes?
No me considero una persona maniática, más allá de tener un espacio con cierto sosiego, que haya silencio, tener tiempo por delante, esos son los mínimos, pero en cuanto a objetos y fetichismo no tengo ninguna manía.
También eres profesor de narrativa, ¿cuál crees que es el consejo más valioso que le has dado a tus alumnos?
Huyo de las recetas porque lo que me sirve a mí no tiene necesariamente que servirle a otro. Puedo dar recomendaciones que a mí me van bien, pero siempre con el condicionante de la subjetividad. El camino de escribir es descubrir qué es lo que te va bien a ti. Entonces, intento ser abierto de mente, no imponer dogmas, quitarles peso y les invito a generar literatura. No poner límites. Les invito a mantenerse abiertos de mente, no tener prejuicios literarios.
Hay una cosa que me parece maravillosa de dar clase: cuando analizas un texto y ves que la belleza literaria es algo que nos emociona y se puede explicar. Cuando ves que ellos captan que eso existe es un momento hermoso.
Tengo un deber ético hacia la escritura
¿Podrías dar una clave de un buen relato?
Qué difícil… A mí me gusta que sobre todo no sean previsibles. Tiene ese punto que me descoloca, incluso me llego a preguntar si es un relato y me abre mucho la mente. Que no haga lo que ya he visto mil veces, lo que sé que funciona, que me remueva. Que no esté seguro de si está bien o no. Cuando pienso: «Qué raro», eso me gusta mucho.
¿Qué estás leyendo ahora?
He acabado hace poco un libro que me ha gustado: La isla de los conejos, de Elvira Navarro. Es un libro de cuentos y me ha sorprendido muy gratamente porque he seguido su trayectoria y me gusta y en este libro sigue en lo social, pero añade elementos fantásticos. Es un libro raro de leer y me parece curioso lo que ella hace con el género. De los últimos que he leído, es el que más me ha gustado.
¿Qué te obsesiona más como escritor?
Sobre todo, cuando comencé a escribir el miedo que tenía era no ser capaz de llevar adelante el proyecto. Hay un compromiso con la escritura, pero cuando eres muy joven digamos que nadie cree en ti, no has demostrado aún nada, solo tienes un gran deseo, tu gran pasión, pero yo no sabía si esto iba a ser suficiente para construir un proyecto. Me daba mucho miedo llegar a la vejez y echar la vista atrás y decir: «no fuí capaz de defender ese deseo que era tan importante para mí porque la vida me ha llevado por otros caminos». Era un miedo muy racional, pero muy real. Era una pesadilla pensar que eso pudiera pasar. Ahora estoy más tranquilo porque he ido pudiendo publicar mis libros, pero ese fue un fantasma durante muchos años muy recurrente.
¿Y ahora tienes alguna obsesión nueva?
Me quedan cosas por decir… hay nuevos terrenos. El hecho de que los demás esperan algo de ti. Aunque yo siempre he sido muy responsable, siempre lo he abordado desde la seriedad, desde que me estaba jugando algo. Tengo un deber ético hacia la escritura.
Para mí es la fase esencial y que más disfruto
(La corrección)
¿Corriges mucho?
Muchísimo, pero es una fase que me gusta. Yo sé que los alumnos que tengo son bastantes reacios a corregir, pero te das cuenta de que la corrección, prácticamente, siempre mejora y que es muy creativo hacerlo. Es un aprendizaje, profundizas en el texto, es que en una primera lectura se te escapan muchas cosas. Poco a poco, entiendes mejor al personaje, lo que quieres decir, hay como capas, quitas lo evidente. En la primera versión eres más explícito y después puedes ser más sutil, para mí es la fase esencial y que más disfruto. Lo paso peor en la primera versión que en las posteriores. Y como lector cuando te llega un libro corregido y sin corregir…
Lo notas en el primer párrafo…
Estoy de acuerdo. Nosotros creo que somos capaces de adivinar las horas que se han dedicado al libro.
¿Qué te gustaría que pensara el lector después de leer Herido leve?
Me gustaría que recibiera esa onda expansiva de entusiasmo hacia la literatura. Creo que es algo que en este momento que vivimos la literatura no goza de la mejor fama y justamente me gustaría devolver esa fe hacia la literatura, hacia el lenguaje escrito, hacia la palabra y la confianza en toda la belleza que puede albergar la ficción que creo que es mucha. Si consigo transmitir algo de esa chispa y ese entusiasmo para mí mi trabajo está conseguido.
Se puede conocer a Eloy Tizón a través de este libro…
Has sido la lectora perfecta, era justo lo que pretendía.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!