Kike Domínguez acaba de publicar La nobleza perdida, una novela en la que homenajea la pintura de Tito Lucaveche. El arte como referencia en esta obra en la que aparece un elenco de personajes que dejan una huella imborrable en todo aquel que los conoce. Por algo le han concedido, de nuevo, el sello Talento en Caligrama. Leer más
Ana Hernandorena acaba de publicar su segunda novela: 300207. Un título cuyo enigma se revela a lo largo de la lectura de esta historia. En esta nueva incursión en la narrativa, Hernandorena nos sumerge, nunca mejor dicho, en una historia de amor intensa e inevitable. Y en dos mundos muy diferentes: el del fútbol de élite y las energías renovables.
Ana Hernandorena publica 300207, su nueva novela
Después del éxito de Bajo los cerezos de Saitama,Ana Hernandorena ha seguido escribiendo y ya tiene una nueva novela en el mercado, 300207. Un título que genera por sí mismo misterio y atracción, además de dar fe de lo valiente que es esta mujer, muy pocos autores son capaces de lanzar al mercado un libro cuyo nombre solo se basa en números.
Y a juzgar por sus primeros pasos ha sido un acierto; lejos de lo que presagiaban las opiniones más conservadoras, entre las que estaba la mía, todo hay que decirlo, está consiguiendo que su sola presencia suponga un reto para los lectores. Así que para todos aquellos que piensen que todo está inventado o tengan miedo de intentar alternativas inexploradas con sus obras, aquí tienen un ejemplo de que con fe y buen hacer todo se puede conseguir.
Claro que, como ves, la portada también tiene mucho que ver en este acierto.
Además, por supuesto, no se trata solo de un reclamo vacío para llamar la atención, sino que todo tiene que ver con lo que se cuenta dentro, el lector irá descubriendo poco a poco el porqué de su exterior y el círculo se cierra.
En 300207, Ana Hernandorena nos presenta una historia de amor para el deleite de los amantes del género, con un cuidado extremo en todos los detalles. Sobre unos buenos cimientos va creciendo este amor entre Elena y Jaime. Ella es experta en energía solar y él es un futbolista de élite. En estas páginas estos dos mundos se fusionan para desbancar algunos de los estereotipos que los rodean.
Aunque no es solo una historia romántica alejada de clichés, también encierra una trama policial y algunas gotas de feelgood. Y lo mejor: está escrita pensando en el disfrute del lector. Con 300207, esta autora se revela como una apuesta segura que demuestra que el amor puede estar bien contado y que la vida no se puede atajar en un solo género.
Así se inició en la escritura Ana Hernandorena
Ana Hernandorena es ingeniera industrial y se acercó a la escritura para convertir una experiencia desgarradora en algo tan bello como Bajo los cerezos de Saitama, su primera novela.
«He escrito una novela dejándome llevar por mis sentimientos, pero no tengo idea de qué hacer con ella». Esas fueron sus palabras en nuestra primera reunión, hace unos años. Y cuando comencé a leer Bajo los cerezos de Saitana, me di cuenta de que todos esos nervios no se reflejaban en el texto. Ana escribía con trazo firme y su historia tenía todos los ingredientes de una buena novela. Con unos personajes vivos y perfectos para esa trama. Así comenzamos a trabajar juntas. Ella con dudas, yo segura de que teníamos una gran historia. Como lo estuve esta vez con 300207.
Bajo los cerezos de Saitamahabla de una de las experiencias más duras a las que se enfrenta el ser humano, la muerte perinatal. Un horror que no viene en nuestro libro de instrucciones.
Ana Hernandorena comenzó a escribir porque no podía hacer otra cosa y porque necesitaba consuelo. Y aún contándola en primera persona, fue capaz de mantener el equilibrio y no caer en los extremos, tan fáciles de rebasar en estos casos. El resultado, una novela medida; repleta de humor, frescura y originalidad.
Tanto es así que Bajo los cerezos de Saitama sigue encontrando lectores nuevos a pesar de llevar en el mercado casi tres años y después de haber vendido alrededor de los mil ejemplares que es una cifra nada desdeñable para una primera novela. Otro logro es que muchas de estas ventas han sido internacionales. Y lo mejor es que a partir de ahora cuando sus lectores la terminen ya no se sentirán vacíos porque Ana Hernandorena acaba de poner en el mercado 300207.
Entrevista Bajo los cerezos de Saitama
Imágenes de la primera presentación de Bajo los cerezos de Saitama
A continuación os dejo la entrevista que le hice a Ana Hernandorena en su momento cuando publicó Bajo los cerezos de Saitama, por si queréis echarle un vistazo.
¿Qué se va a encontrar el lector en Bajo los cerezos de Saitama?
Un historia de amor y superación. Ante todo es eso. Aunque trato las vivencias en el proceso de duelo por una muerte perinatal, es un libro positivo y fresco, muy fácil de leer. Es sin duda el libro que me hubiera gustado leer cuando tuve esa experiencia.
¿Cómo fue el proceso de escritura?
Inicialmente muy rápido, extremadamente rápido. Tenía prácticamente toda la historia en la cabeza, y escribía sin descanso para no olvidar el eje central. Posteriormente mucha investigación, quería una ambientación real y necesitaba mucha información de la cultura nipona. Posteriormente revisar y revisar. Más tarde el editing contigo fue como recuperar la serenidad y potenciar al máximo la obra. Hay un antes y un después de este último proceso, que además recuerdo como un máster personalizado de escritura creativa. Algo que desde luego, vistos los resultados, necesitaba.
¿Recuerdas las primeras letras que escribiste? ¿Pensabas que iba a pasar todo lo que ha sucedido después?
Desde luego, la primera escena era muy clara en mi mente, aunque nunca pensé todo lo que vendría después.
¿Qué ha sido lo mejor y lo peor del proceso de creación y, posterior, corrección?
Lo mejor del proceso de creación, aparte de obviamente haber escrito el libro, fueron esas horas en las que construía los diálogos. ¡Cuánto disfrute! Recuperar ese espacio como persona creativa y convivir con mis personajes fue extraordinario. Lo peor… del proceso creativo no tengo ni un recuerdo malo, ahora bien el proceso de corrección se lo lleva todo. Jajajaja. Me costó horrores desbrozar, además llegó un momento que no era capaz de leer, tenía demasiado grabado el libro en mi cerebro. Gracias a tu intervención pude llevar a cabo esta ardua tarea.
Según tu criterio, ¿qué tiene que tener un buen libro?
Contenido y continente. Un libro que está impecablemente escrito, con una prosa exquisita deja de interesarme si la historia no me atrae. Del mismo modo ocurre, si la historia, por interesante que me parezca no está bien escrita.
¿Tienes alguna manía o necesitas algo en especial para escribir?
No, cuando estoy en pleno proceso creativo puedo hacerlo en cualquier sitio y circunstancia. Ahora bien, a la hora de revisar necesito todo lo contrario, mucho silencio y concentración.
Eres un claro caso de éxito, desde que se publicó tu novela no paras de recibir respuestas positivas que superan las barreras geográficas, ¿a qué crees que se debe este bombazo?
Creo que es una historia sencilla, sin pretensiones y que llega fácilmente al corazón, lugar desde el que se escribió. Creo que eso se nota. Además, muchas personas necesitaban poder leer una historia de este tipo, que empatizara con este duelo.
¿Qué te gustaría que pensara el lector cuando termine de leer tu novela?
Me gustaría que terminaran con una sonrisa y paz interior. Tanto si han vivido una experiencia parecida en su entorno, como si no lo han hecho. Además, creo que conocer una vivencia de este tipo les puede ayudar en el futuro a afrontarlo de un modo más natural.
¿Tienes nuevos proyectos en mente?
Ahora quiero cuidar y mimar este proyecto, he trabajado muchos años para llegar aquí. He parado una nueva novela que estaba esbozando porque quiero disfrutar este momento.
Sergio Hernández nos trae una obra breve, pero tan intensa que cuando terminas de leer, la extenuación te acecha. La última canción de primavera (Olé Libros) aúna tres relatos ambientados en Tokio, seis personajes desgajados, perdidos, rotos, ansiosos… La deshumanización humaniza, a veces. Así ocurre en esta obra que te atrapa en su cálida gelidez con su apuesta cuidada y fluida.
Sergio Hernández: «A veces, solo hace falta una noche para representar las soledades de toda una vida»
Sergio Hernándezes un autor de mapa que hace los deberes, qué gusto, aunque luego se los salte. Ahí está la clave: cuando le has dado tantas vueltas a lo que quieres escribir que eres capaz de improvisar para mejorarlo. Entonces, es cuando aparecen las grandes ideas, los personajes redondos, las maravillas que nuestra mente nos regala cuando la tenemos bien informada.
Por esto anterior, entre otras muchas razones, merece la pena leer La última canción de primavera y esta entrevista con Sergio Hernández. Toda vuestra.
¿Qué te llevó a escribir estos relatos?
La última canción de primavera nació de una imagen, de un concepto abstracto que llevaba meses rondando mi cabeza. En este caso la forma condicionó el contenido.
Sabía que quería escribir un libro de relatos porque siempre he sido un amante del género, pero no terminaba de reconocer qué engranajes debía accionar para lanzarme a esta aventura. Sin embargo, y lo recuerdo como si fuese ayer, un día vino a mí la imagen de una noche fría y gris. Era Tokio, durante la última noche de invierno. Reconocí en el momento que esa era mi historia, la que debía escoger, la única que podía contar con honestidad en ese instante.
Comencé a tirar ese hilo, de esa cuerda invisible que ataba aquella imagen todavía borrosa a mi cabeza. En las primeras semanas traté de entender por qué esa idea me obsesionaba tanto, y cuando, meses más tarde, aparecieron ante mí los personajes, lo entendí. Paradójicamente, a veces, solo hace falta una noche para representar las soledades de toda una vida.
¿Cuando los escribiste tenías ya la idea de lo que iban a ser, los escribiste seguidos?
¡Me encanta la pregunta! Me considero un escritor de mapa en estado puro. Planifico cada escena al detalle, mido mis palabras, analizo a mis personajes y los lugares por los que transitan… Esto quiere decir que en todo momento sé el lugar del que parto y al que quiero llegar.
Con todo, esos esquemas que diseño solo sirven para ignorarlos cuando me siento a escribir. Hasta que no me encuentro frente al ordenador no termino de ver qué es lo que funciona.
Así que siempre termino alterando algo de la idea inicial. Sin embargo, desde el primer momento tuve claro lo que quería transmitir y cómo. Los primeros dos relatos los escribí del tirón en unas pocas semanas. Disfruté mucho. Fueron dos historias que salieron de mí de forma natural. Pero me entregué de tal forma a esos personajes que me vacié por completo. Necesité cuatro meses para sentarme a escribir de nuevo.
Cuando volví a abrir el ordenador comprendí que estaba agotado emocionalmente, que estaba creando una obra vampírica donde los protagonistas bebían de mí hasta dejarme sin nada. Como llegado a ese punto no podía volver atrás, decidí abrirme en canal. Fue un punto de no retorno. Dejé de ficcionalizar mis heridas y eliminé todo lo que no funcionaba del último relato.
Terminé desechando a los personajes y escribiendo unos nuevos que representasen mejor mis emociones. Supongo que por ello es la narración más cruda y existencial.
¿Por qué Tokio? ¿Por qué esa noche? ¿Por qué se llama La última canciòn de primavera?
Siempre he sentido un vínculo muy fuerte con las obras cuyos protagonistas están rotos en pedazos (especialmente, el trabajo de Inio Asano, Wong-Kar Wai o Murakami). Uno debe escribir acerca de las cosas que le tocan en primera persona, que le obsesionan y le aplastan contra el suelo.
Como dice Charlie Kaufman, hay que escribir desde la herida. Solo narrando desde nuestras cicatrices más profundas podremos conectar con gente que sufre como nosotros mismos. Ese ha sido mi objetivo desde el primer momento.
La mía es una herida íntima, pero a la vez muy universal, una herida que toda mi generación comparte. Desde el comienzo comprendí que Tokio era una bonita metáfora de esos laberintos emocionales que habitaban en el interior de la generación millenial: la soledad, la desilusión, la voluntad por encontrar un lugar en el mundo… La capital de Japón reúne esos ingredientes en su estética y en sus habitantes.
Tokio es el paradigma de la posmodernidad, la ciudad del aislamiento, las apariencias y el dolor generacional. Por todo ello, debía ambientar mi historia entre sus calles.
A su vez, la última noche de invierno tiene un aliciente lírico y visual que habla por sí solo. Empasta a la perfección con la calidez de los protagonistas y la desproporción sentimental de sus corazones. Para mí era una exigencia del guión, algo que debía unir para dotar a la obra de una fuerza inspiradora. Como he dicho antes, a veces solo hace falta una noche para relatar las soledades más íntimas del ser humano. En ese sentido, no era necesario nada más.
Tokio durante la última noche de invierno. Seis personajes desgarradores. La historia se escribía por sí sola, ¿verdad? Al menos eso pensé yo en ese instante (risas).
Por último, y en lo que respecta al título, vino mucho después de la escritura. Es un sintagma trágico pero muy potente. Aparece en el último párrafo del primer relato y me pareció que tenía algo de mágico. Cuando probé a titular así a aquel documento de más de 150 páginas no me quedaron más dudas. Ese debía ser el título que lo sintetizase todo.
Los tres tienen los mimbres de una novela, ¿por qué elegiste el formato de un relato para ellos?
Uno debe ser honesto con lo que puede escribir. Si haces algo impostado o que escapa a tu control, el lector lo percibe enseguida. Yo no quería engañar a nadie. No creo que pudiese haber escrito una novela con ese nivel de honestidad y valentía.
Esa forma lírica y descarnada de narrar es muy difícil de sostener en el tiempo. Debían ser historias cortas, pero directas. Como una canción que te golpea y te arrastra hasta una época de tu vida que ni siquiera recordabas. Creo que fue una buena elección apostar por el relato corto, por estas tres cápsulas de melancolía.
Como dices, las tres tienen tintes de novela porque apelan a emociones corales compartidas por seis personajes que deambulan por calles contiguas. Sin embargo, si me hubiese extendido, esa nostalgia que se depura en la narración se habría diluido con el paso de las páginas, perdiendo esa carga catártica que buscaba.
Los lectores coinciden en que es un libro que han devorado en cuestión de horas, que se han quedado con ganas de más. Pero, en ese sentido, es justo lo que quería.
Tan solo tengo 25 años y quiero seguir escribiendo hasta el día en el que muera. Solo es el comienzo de algo más grande. Si este libro te ha atrapado, estoy seguro de que puedo darte mucho más. Espérame en una librería, haré que valga la pena (risas).
¿Fue complicado ponerse en la piel de personajes japoneses?
Estos personajes son japoneses por su nombre, por una cuestión de verosimilitud. No podía ambientar una historia en Tokio y llamarlos Miguel o María. Sin embargo, sus emociones y heridas son tan universales como las de la sociedad occidental. En ese aspecto solo he tenido que mirarme al espejo y desgranarme en seis protagonistas que podríamos haber sido tú o yo, o cualquier lector. Tatsumi, Fumiko, Amaia… somos todos.
¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Siempre sigues las mismas pautas?
Como comentaba anteriormente, planifico todo al detalle. Como si se tratase de una producción audiovisual. Diseño a los personajes con sus carencias, sus deseos y necesidades. Elaboro una trama principal y dos subtramas (la intrapersonal y la interpersonal). Por último, escojo con detalle los escenarios y escribo cada escena.
Cuando maduro todos estos aspectos es cuando me siento a escribir, nunca antes. Pese a todo, termino saltándome muchas de las pautas que yo mismo me he marcado.
Mi rutina idílica pasa por escribir entre 2 y 3 horas al día. Concretamente por la mañana, cuando me noto más fuerte físicamente (como Murakami, creo que escribir tiene algo de físico que requiere emplear cada músculo de tu cuerpo). A veces puede ser extenuante escribir por rutina, pero la clave para no distanciarme de lo que quiero contar radica en mantener mi sensibilidad a flote.
Dedico el tiempo que no estoy escribiendo o trabajando a escuchar la música que escuchan mis personajes, a ver las películas cuyo tema me ha influenciado de forma directa, a ver entrevistas de directores o escritores que me han inspirado… Cuando escribo siempre estoy alerta. Sin esa sensibilidad supurando por cada poro durante el proceso de creación, sería imposible abrirse en canal.
¿Puede cultivarse esa sensibilidad durante los meses que dura la escritura? Con el entrenamiento necesario, sí. Cada uno debe conocer sus limitaciones. Es muy importante conocerse a uno mismo para saber cuánto puede dar de sí.
¿Me puedes contar algún secreto para escribir?
En el mundo del arte se cosechan más heridas que medallas. Eso es lo primero que uno debe asumir.
Muchas veces la cultura consiste en poner la otra mejilla y seguir trabajando. Hace una semana tuve la oportunidad de dar una charla a estudiantes de Filología en la Universitat de València y fue en lo que más insistí.
Escribir es un trabajo que tiene lugar en la más absoluta soledad, en la oscuridad realidad que uno se topa cuando se enfrenta al papel en blanco. Ya de por sí es duro, pero si no estamos preparados para llenar nuestro cuerpo de heridas es posible que tiremos la toalla más pronto que tarde.
Yo llevo años trabajando para llegar a donde estoy, aunque como decía al comienzo, llevo más decepciones que triunfos a mis espaldas. Ya lo dijo David Trueba, ¿no? Hay que saber perder.
¿Qué te gustaría que pensara el lector cuando termine de leer este libro?
Me encantaría que el lector se viese en los personajes, que reconociese su dolor y lo utilizase para comprenderse mejor a sí mismo. Si es capaz de tirar de esa cuerda emocional para descubrir emociones a las que no había puesto nombre, habrá valido la pena.
Uno debe escribir para remover las entrañas, para tumbar las paredes que rodean nuestros corazones y hacer de estos un lugar más habitable, más humano.
María Victoria Beltrán acaba de publicar Solo el tiempo es dueño de tu vida. Un libro de relatos que te sale al paso donde ha encerrado diecisiete momentos irrepetibles y fulminantes.
María Victoria Beltrán: » el tiempo es el verdadero dueño de nuestras vidas «
Con esta entrevista comienzo 2020 y cierro 2019. Un año en el que la producción ha sido inmejorable para El TIntero Editorial. Cada uno de mis autores que han visto publicado su libro, han tenido un espacio aquí para que conozcáis sus obras y os unáis al grupo cada vez más grande de lectores deslumbrados.
María Victoria Beltrán irrumpe en el mundo de la literatura con esta exquisitez que a los quince días de ver la luz ya iba por su segunda edición.
En este libro, el lector encontrará momentos únicos y pasará por una gama de sentimientos que va de un extremo a otro en diferentes escalas. La luz y la oscuridad, unidas por mil formas de encontrar claroscuros. El amor y el odio. La risa y el miedo. La vida y la muerte.
Si sabes que Solo el tiempo es dueño de tu vida, puedes hacerte una idea de que este libro te trasladará a lugares que ya has transitado o transitarás. Identificándote en cada página.
La entrevista
Os dejo con las respuestas de María Victoria Beltrán sobre su libro Solo es el tiempo el dueño de tu vida.
¿Qué te
llevó a escribir este libro?
La verdad es que para mí siempre ha sido más fácil escribir que hablar. Así que un día decidí hacer un blog en Facebook: Letras olvidadas y la gente comenzó a comentar lo que allí escribía. Se sentían identificados con mi forma de escribir. Sentimientos que ellos no sabían como explicar, yo los hacía fáciles de entender. En poco tiempo llegué a los 1.500 seguidores, incluida gente de fuera de Europa. Por petición y gracias a ellos hoy mi libro está a la venta.
¿Qué se va
a encontrar el lector en él?
Creo que sobre todo asombro. Es uno de esos libros en lo que nada es lo que parece.
Está formado
por diecisiete relatos. El lector podrá encontrar amor, magia, terror,
aventuras asesinatos…
En ellos he reflejado la importancia del tiempo y he intentado responder a esas preguntas que muchas veces nos hacemos a nosotros mismos, como por ejemplo, si es verdad que el tiempo lo cura todo o si realmente lo único que hace es maquillar las heridas.
Y también lo contradictorio que puede llegar a ser. Ya que en ocasiones hubiéramos deseado estar en ese lugar y en ese momento. Sin embargo, en otras ocasiones, hubiéramos dado lo que fuera para salir cinco minutos más tarde de casa y así no encontrarnos con aquello que no queríamos ver. Entonces, es cuando viene la gran pregunta: de ser así ¿ habríamos cambiado el destino?
Yo siempre he pensado que el tiempo es el verdadero dueño de nuestras vidas. >Es el único que decide cuándo ha llegado nuestro momento.
¿Cómo ha sido el proceso de selección de los relatos?
Una vez
terminé de escribir el último relato sentí una alegría inmensa ya que siempre
había deseado que llegara el momento de ponerlos en orden. De tener mi obra terminada.
Fue más difícil de lo que había imaginado. Todos contienen algo especial para mí así que darles prioridad a unos antes que a otros me llevo bastante tiempo. Eso sí, no sé por qué sentía que el último que había escrito debía ser el que iniciara el libro. A día de hoy muchísima gente me ha comentado lo mucho que les ha gustado ese primer relato.
Con cual me quedaría es algo que no puedo contestar porque la verdad es que en cada uno de ellos hay algo que para mí es muy especial, pero lo que si te puedo decir es que La musa es el que más me costó. Quería expresar lo que realmente siente alguien cuando escribe. Esos momentos de alegría porque las palabras salen solas y, también aquellos frustrantes en los que la inspiración no aparece. En estos últimos, te encierras en ti misma y piensas que has perdido el don de escribir. Es aterrador.
¿Cómo fue
el proceso de creación?
Siempre parto de la vida cotidiana, de lo que oígo, vivo, siento o siente las personas que tengo alrededor, incluso de una noticia o de algo que veo en televisión. Pequeños retazos que me ayudan a tirar del hilo. Algo que me llame la atención. A partir de ahí mi imaginación se encargaba del resto.
Dentro de lo irreal y lo ficticio siempre hay algo de verdad. Todas esas historias tienen una raíz que se enclava en la realidad que vivimos.
¿Qué
sentiste cuando terminaste de escribir?
Tuve sensaciones muy contradictorias. Por un lado estaba contenta, por fin había terminado de escribir el libro y ya no tendría que levantarme a las cuatro de la mañana, pero por otro sentí lástima de que el tren ya hubiese llegado a su destino. Eché la vista atrás y me vi a mi y a mi perrita “Pipa” juntas durante casi un año cada día escribiendo en el sofá. Sentí que esa costumbre la iba a echar mucho de menos.
¿Cómo fue tener por primera vez el libro entre las manos?
Es algo difícil de explicar. Al principio fue como: oh que chulo y qué maravilla de portada. Como cuando vas a una librería y por algún motivo siempre hay un libro que te llama la atención más que los otros. Ese es el elegido y el que te llevas con una gran ilusión a tu casa. Pues a mí me ocurrió lo mismo, pero de pronto pensé: un momento, lo he escrito yo. Él no me ha elegido a mí, lo he elegido yo a él. Era como algo que no terminaba de creerme.
Debo reconocer que solté un par de lágrimas de la emoción. Pasé la mano sobre la portada y pasé las hojas rápidamente para poder sentir ese olor a libro nuevo que me encanta. Y para mis adentros grité: guau, es mi libro.
¿Qué
sensaciones te han quedado después de publicar el libro?
Sobre todo, me he dado cuenta de los beneficios que genera hacer bien el trabajo. Por muy duro que sea.
Me he llevado una grata sorpresa con todo el apoyo. Soy una persona bastante exigente a la hora de hacer las cosas y siempre se me queda la espinita de pensar que podía haber dado más, pero estoy muy contenta con el resultado. Ya que son los lectores los verdaderos jueces y los que han dado su veredicto con el que estoy muy satisfecha. Mi primera edición se agotó en tan solo quince días y en estos momentos está apunto de agotarse la segunda.
Hay
momentos en los que todavía no soy consciente de lo realmente maravilloso que es el vivir todo
este proceso.
¿Qué te
gustaría que pensara el lector cuando acabe de leerlo?
Simplemente que se quede con ganas de más. Mi intención es que el lector cierre el libro después de leer cada relato y reflexione sobre los valores que he intentado plasmar. Evidentemente, cada persona es un mundo y cada uno puede verlo desde distinta perspectiva.
¿Tienes algún proyecto en mente?
Muchísima gente me lo ha preguntado, así que después de todo el apoyo, felicitaciones y mensajes de los lectores diciéndome que esperan una segunda parte, creo que les voy a hacer caso. Así que si. Ya estoy manos a la obra con una segunda parte.
Nora Sendo escribe de tal manera que no importa lo que cuente, te gusta estar en ese universo. Así sucede en El vértigo del silencio. Una novela que acaba de publicarse y que ya ha alcanzado su segunda edición.
Nora Sendo: «Me pasaba los días, las veinticuatro horas, rodeada de todos mis personajes»
El vértigo del silencio intenta sondear el alma humana para descubrir qué puede pasar para que una mujer sea incapaz de gestionar su vida conforme a sus creencias y convicciones.
Nora Sendo plasma una emoción tan abstracta como la contradicción, no solo de los seres humanos, sino la de una sociedad o un sistema político. El desasosiego de no poder llevar una vida acorde con nuestros ideales, las fuerzas internas o externas que nos presionan, las querencias, las traiciones, el dolor de la pérdida, la esperanza, la justicia o cómo gestionar una democracia son temas que se mezclan en el fondo de unos personajes que atan al lector las páginas de este libro.
Nora Sendo tiene una capacidad innata para crear tramas, su imaginación no tiene límites y su capacidad expresiva es excelente. Es capaz de plantear escenas tan vividas que parece que estén sucediendo en la vida del lector.
El vértigo del silencio es el resultado de una buena arquitectura narrativa y una obra creada desde el interior de su autora, que no atiende de modas o presiones.Nora Sendo muestra a unos personajes, a veces, descarnados y aterradores. La crueldad de una sociedad herida. Y al mismo tiempo, nos sumerge en el amor más puro.
Una delicia que leerás con ganas de que Nora Sendo comience a escribir una nueva novela.
La entrevista
Trabajar con Nora Sendo ha sido muy fluido, armonioso y lleno de recovecos en los que buscar nuevas formas de plasmar ideas. Una delicia. Os dejo con sus respuestas que también sondean en el interior del ser humano, sin tener miedo a decir lo que piensa y cuya principal motivación es que el lector también lo haga.
Nora Sendo en la primera presentación de Él vértigo del silencio (y sí, la que está al lado, soy yo misma)
¿Qué te llevó a escribir El vértigo del silencio?
Aparte de que me gusta escribir por escribir, es una necesidad hacerlo para transmitir, para comunicar y compartir algo. Sobre todo, cuando ese algo se ha insertado en lo más profundo de tu ser.
En este caso en particular, un acontecimiento ocurrido hace algunos años me desconcertó, no lo esperaba y me dolió. Una contradicción interna se apoderó de mí y me quedé sin la capacidad de entender nada de lo que pasaba en mi interior. Mucho menos comprendí las reacciones de mis seres queridos.
Así que se me ocurrió una historia para plasmar en ella cómo en general las personas solemos anteponer nuestro sistema de creencias al amor y a la preocupación por aquellos que nos rodean. Nos cuesta escuchar y ponernos en el lugar del otro.
En ocasiones, parece que nos importa poco su sufrimiento o su felicidad, lo que, a veces, nos lleva a enmascarar nuestros comportamientos con una especie de hipocresía para quedar bien o, al menos, no salirnos demasiado de aquello que se considera en cada momento y en cada ambiente lo políticamente correcto.
¿Qué se va a encontrar el lector cuando abra sus páginas?
Una sociedad herida y dividida en la que no existen las fronteras. En la que cada parte, con la excusa de hacer el bien arremete contra la otra. Una mujer también herida y dividida entre dos mundos incompatibles. Paula, la protagonista, se mueve entre lo que más ama y lo que debe hacer.
Ella tiene unas obligaciones y un cometido importante en el gobierno. Su filosofía de vida está alineada con sus responsabilidades, pero choca frontalmente con aquello que siente. Está profundamente enamorada desde que era niña de alguien que piensa lo contrario y, no solo eso, también ve en ese hombre todo lo bueno de lo que podría ser capaz y no deja de pensar en la felicidad que se está negando a sí misma.
La novela se ambienta en un futuro próximo, ¿podría decirse
que es una distopía?
Yo creo que es una realidad latente en nuestra sociedad. Es
una ficción y, por tanto, no hemos llegado tan lejos. No sabría decir cuanto de
probabilidad hay en que ocurra y que Europa se convierta en un modelo de países
como los que aquí se describen, es decir, unos que abran las fronteras sin
límites y otros que las cierren a cal y canto. En mi humilde opinión, puede que
esta posibilidad se convierta o no en una realidad en un cincuenta por ciento.
¿Cómo has construido a tus personajes?
Cada personaje posee la esencia de alguien con quien he
compartido pedazos de mi vida, en mayor o menor medida. Después he añadido
matices de otros conocidos. Físicamente no los describo mucho, prefiero que sea
el lector quien los imagine mientras bucea entre sus sentimientos, reacciones y
comportamientos.
¿Tienes alguna rutina para escribir? ¿Algún truco que puedas
contar?
Mucha imaginación. Lo que hago es llevarme una escena con uno o varios personajes a mi interior. Pueden pasar horas y días recreándome en ella: qué sienten, qué se dicen, cómo se ven, cómo interaccionan. Esto es increíble porque he llegado incluso a sentir emociones como si fueran reales, hasta el punto de llorar o reír si se daba el caso. Esto ha sido muy satisfactorio, al menos para mí. Sentir, emocionarse… Todo eso hace que te sientas tremendamente viva.
Luego, hay partes y personajes que han sido más complicados, obviamente. Aquellas escenas que no he vivido en la realidad y que he tenido que esforzarme mucho más para describirlas.
Esta es tu primera novela, ¿cómo resumirías la experiencia,
desde que comenzaste a escribir hasta ahora que ya está el libro publicado?
Como la novela misma, llena de contradicciones. Primero pasé por una fase ardua en la que no me creía capaz de conseguir una buena historia.
Conforme iban pasando los capítulos, iba metiéndome en los personajes y, por supuesto, con las maravillosas directrices de Yolanda Barambio, cogí confianza en mí misma y comencé a disfrutar. No quería que aquello acabara. Ha sido como un sueño hecho realidad. Al final de la novela, cuando solo quedaban tres o cuatro capítulos, volví un poco a caer en el pozo de la desesperación. Creía que ya no podía exprimirme más.
En realidad lo que me pasaba era que quería acabar de una vez. Pero me sorprendí a mí misma, conseguí parar unos días, reflexioné y cogí una fuerza que en realidad no sé de donde vino, pero me hizo retomar la historia con mucha más creatividad de la que yo misma creía tener. Estoy muy orgullosa y creo sinceramente que es una buena historia.
De todo el proceso, ¿en qué parte has disfrutado más y cuál
ha sido más complicada?
El final y el principio, lo he dicho antes, fue lo más
complicado. En general he disfrutado en toda la historia. Me pasaba los días,
las veinticuatro horas, rodeada de todos mis personajes y es muy difícil
describir realmente el placer que eso produce, hay que vivirlo para saberlo.
Esa experiencia me ha encantado.
¿Hay una segunda parte? ¿Tienes algún otro proyecto en
mente?
Nunca pensé que esta novela tuviera una segunda parte, pero uno de mis hijos me propuso no solo una segunda, sino también una tercera. Y sí, es cierto, hay dos personajes que merecerían otras dos historias. Uno es el gran amor de Paula, y los motivos que le llevaron a pensar como piensa. Y el otro personaje es un secundario que me ha resultado fascinante y me atrapó: una inmigrante siria que tuvo que huir de su país porque hizo algo inconfesable y sus circunstancias la sumieron en un sufrimiento personal demasiado duro.
¿Qué te gustaría que pensara el lector cuando lea la novela?
Me gustaría que sintiera, que se dejara llevar por las
emociones. Y, como dice Mafalda, no me importa lo que piensen los demás, si
consigo que piensen, ya es suficiente.
Después de muchos inviernos (Lumen) es la última novela de Marian Izaguirre. Una de mis escritoras de cabecera. Aprender de los grandes es fundamental para escribir bien (si eres escritor) y para editar bien (en mi caso). Así que era imposible que desaprovechara una ocasión como esta para entrevistarla.
Después de muchos inviernos es una novela íntima y a la vez llena de recovecos que te van revelando el camino por el que transitan sus personajes, aunque siempre queda un lugar oscuro. Nunca acabas de conocer del todo a Martín y a Henar. Los protagonistas son de carne y hueso. Con todas las dificultades que entraña crear unos personajes tan reales.
Pero la maestría de esta novela no solo está aquí, también en los cambios de narrador tan delicados que resultan orgánicos. Lo mismo ocurre con los saltos en el tiempo, aunque para una maestra como Izaguirre esta técnica no tiene secretos a estas alturas.
Esta novela es un buen engranaje perfectamente acoplado de tal manera que cuesta saber cuándo se ha utilizado una técnica u otra. La lectura es fluida, rápida, envolvente… Y es que qué a gusto se está en los libros deMarian Izaguirre.
Leer Después de muchos inviernos ha sido una delicia para mis sentidos y he disfrutado mucho como editora. Así que te ofrezco esta entrevista con devoción, esperando que te sirva para mejorar y aprender.
Sobre Después de muchos inviernos: «Me interesaba indagar en las múltiples interpretaciones que tiene la verdad»
Por hacer un previo, diré que Marian Izaguirre te cuenta cómo ha conseguido aunar diversas técnicas para escribir Después de muchos inviernos, una novela con tantos saltos en el tiempo y cambios de narrador. También cómo consigue que sus títulos sean evocadores y algún que otro consejo para los escritores que acaban de empezar en este largo y tortuoso camino de la escritura.
Una entrevista imperdible. Solo hay que leer sus respuestas para darte cuenta de que su prosa tiene magia.
¿Qué se va a encontrar el lector cuando abra Después de muchos inviernos?
Una historia que recorre tres décadas en la vida de una pareja, Martín y Henar, y un crimen en la primera página. Muy pronto el lector verá que no se trata de una novela negra, incluso al final de esa primera escena ya sabemos que es un libro que nos invita a dudar.
Luego asistiremos a la vida de Henar y Martín como espectadores cómplices y pretendidamente neutros, él contará su historia, la de los dos, desde el día en que se conocieron, y a continuación ella nos relatará los mismos hechos desde su punto de vista.
Así, a partir de ese verano de 1959 hasta los años ochenta, iremos viendo las dos versiones de una misma realidad.
Nuestra implicación como lectores hará que vayamos de una a otra, que nos preguntemos quién tiene razón o quién cuenta la verdad.
El lector se encontrará también con escenarios que van desde la costa cercana a Bilbao hasta Creta, pasando por Hollywood y el Madrid de los años sesenta.
Encontrará temas como el diseño de vestuario en el cine, la música de aquellos días, el mundo editorial de la época, la amistad entre hombres y mujeres, hombres y hombres, mujeres y mujeres, y sentimientos como la sospecha, la desconfianza, el impulso, la cobardía, la culpa incierta y la redención.
¿Qué te llevó a escribir este libro?
Me interesaba indagar en las múltiples interpretaciones que tiene la verdad, quería contar una historia de versiones, conseguir que el lector dudara y se planteara qué pasó realmente, al ritmo de los latidos del corazón. Y necesitaba hacerlo tal y como sucede en la realidad, no en forma mosaico, sino con la misma fluidez que tiene el pensamiento. No hay paredes en mis novelas, lo mismo que no las hay en mi mente.
¿Cómo ha sido tu proceso creativo en Después de muchos inviernos? Es una historia contada por varias voces y al mismo tiempo hay un narrador que coloca de vez en cuando a cada uno en su sitio. Los cambios de narrador y de tiempo son tan sutiles que apenas se perciben. ¿Cómo se consigue?
Yo creo que no existe el presente sin pasado, que también (y sobre todo) somos pasado. Las conexiones entre lo que hacemos hoy y lo que hicimos tiempo atrás son realmente poderosas. Por eso escribo así, no es un acto que tenga que ver con la mera forma, sino un concepto, una forma de entenderme y entendernos.
Es cierto que no es fácil, pero sin un poco de desafío adicional no tendría sentido para mí abordar una nueva novela. Quiero aprender, forzarme, experimentar. Y la creación es precisamente eso.
Hago un verdadero esfuerzo en borrar los límites, procuro que el lector no tropiece con obstáculos, hay muchas fórmulas para conseguir llevar la atención sin enseñar los sudores.
¿Por qué ese inicio?
Tengo una especie de mitomanía con las primeras páginas de mis novelas, me gusta fijar la atención en un momento determinado, ni al principio ni al final de la historia, un punto de inflexión que luego, cuando avanzamos en la lectura se va borrando. Pero ahí está. Y la hemos leído. Y se queda aunque olvidemos esas primeras palabras.
Hay esa frase de la primera escena que describe muy bien mis intenciones: “Nada empieza donde creemos que empieza. Todo viene de algún tiempo pasado y termina en un futuro que ni siquiera sospechamos”.
Una de las mayores complicaciones que tiene construir una historia es hacer que los personajes mientan ante los ojos del lector y que además lo hagan bien y no parezca algo impostado, ¿alguna técnica que se pueda contar?
La verdad es que mi única técnica es la práctica. Quiero hacerlo de una manera honesta. Por eso intento escribir solo de aquello que me concierne y tengo que buscar la forma que me parece más eficaz.
Supongo que me pongo en la piel de los personajes y quizá les vista con cosas que yo misma he sentido alguna vez. Les hago hacer cosas que yo jamás he hecho, pero creo que cada uno de nosotros tiene dentro todas las versiones del bien y del mal. En molécula diminutas, pero ahí están si se sabe buscar. Yo también las tengo.
¿Qué le dirías a alguien que está comenzando a escribir? ¿Qué necesita para conseguir escribir bien?
Yo solo tengo una receta: leer mucho y trabajar mucho. Escribir una cosa y luego otra, intentando siempre encontrar la estructura que mejor se adapte a lo que quieres contar. Aconsejaría no hacer caso de lo que está de moda, ni poner el objetivo en el éxito de otros. Cuando se está empezando es muy fácil contagiarse con lo ajeno y eso no es malo. Javier Marías me dijo una vez que saber escribir es saber imitar. Quizá lleve razón al principio, pero luego tu propia voz es lo único que debería importarte.
Tus títulos siempre son tan evocadores, ¿de dónde salen?
Uf, de listas interminables que voy haciendo mientras escribo la novela. Pero siempre busco algo que esté dentro del texto. Pegado a la historia. O algo que me me evoque lo que sentía mientras crecía la novela. La escritura tiene eso, una intensidad enorme mientras escribes y una especie de olvido posterior, como de madre que ya ha criado a sus hijos.
Y la última, la de siempre, ¿qué te gustaría que pensara el lector cuando termine de leer Después de muchos inviernos?
Realmente ya me lo han dicho: que cuando la terminas pasas unos días recordando y analizando cosas en las que no habías reparado en un principio. Que quieres leerla otra vez.
Andrés Neuman nos tiene acostumbrados a la genialidad. Desde la primera vez que lo leí en su maravilloso Hacerse el muerto, me declaro una fan incondicional de su escritura. No podía perder la ocasión de entrevistarlo.
Andrés Neuman: «El cuerpo es la única certeza que tenemos»
Novelista, poeta, ensayista, cuentista… Para no gustarle las etiquetas a Andrés Neuman podemos colgarle unas cuantas. Es un renacentista de las letras que son su medio. En este caso nos trae un híbrido (seguro que cuando lea esto pensará, qué manía tiene esta con buscar un lugar común) entre ensayo, relato y poesía. Tiene la fuerza y la capacidad de enseñar de un ensayo; la música y la abstracción transportadora de la poesía y la extensión de un relato, porque la verdad es que no se puede encuadrar en este género de ninguna otra manera. Anatomía sensible es un golpe en la mesa. Un mirarnos y querernos. Un vamos a hacerlo bien.
Neuman repasa nuestra anatomía, la de todos, la de cada uno, centrándose en nuestra belleza natural, la nuestra. Sin estereotipos, sin imposiciones. Dejando que la belleza nos desborde por esos lugares hasta ahora desiertos de ella. Hasta que leemos este libro, no nos damos cuenta de lo bellos que son nuestros pechos caídos, esa cintura con doblez, esa piel que es nuestra y de nadie más.
Entrevista: Andrés Neuman y su golpe de estado a la cosmética. Anatomía sensible.
Un lujo leerlo y, ni te cuento, hablar con él. Imperdibles sus reflexiones acerca del mundo adicto al Photoshop en el que vivimos. Donde la cosmética lo es todo. Nuestras mentes nos acribillan por no ser normativos. Y nadie lo es en realidad. Por no hablar de lo que nos cuenta acerca de su idea del cuento, ¿cómo debe ser su final? Sus palabras encierran verdad, iluminan. Queda feo que lo diga yo, pero no te puedes perder lo que viene porque cada frase es una revelación. Disfruta.
¿Por qué el cuerpo? ¿Cómo surgió la idea?
El cuerpo es la única certeza que tenemos; que nos une a todos y a todas de manera irrevocable. Paradójicamente, a pesar de ser lo más a mano tenemos; nuestra relación con nuestro cuerpo está muy mediada por los discursos culturales. No hay nada más difícil que mirar y gozar el cuerpo de manera espontánea.
Estoy muy harto de los discursos cosméticos, de los cuerpos normativos. De una idea estrecha de la belleza. Y lo más grave es que el arte, muchas veces, colabora con eso. Vemos una película y todos están estupendos, no los ves ir al gimnasio pero la chica usa una talla 34. Abres una novela y los pechos son turgentes. Da la sensación de que no solo es que abusemos de Photoshop, sino que no sabemos imaginar sin él.
Esto es para recordarnos que los cuerpos distintos al canon son la abrumadora mayoría y, por lo tanto, esa mayor parte de cuerpos que el mercado cosmético insiste en invisibilizar son nuestros; nos pertenecen y necesitan un espacio de poetización y de pertenencia a otras bellezas menos opresivas
¿Cómo definirías las piezas que forman Anatomía sensible?
Este libro tiene una pertenencia de género muy mestiza e impura como nuestros cuerpos. Tienen la misma impureza de género. Son piezas breves, pero su prosa se acerca mucho y juega con el aforismo y la poesía. Y las ideas que se discuten son más propias del ensayo.
¿Cómo ha sido el proceso creativo?
El proceso creativo duró unos años y es un libro para paladear y gozar. Está escrito con lentitud. Así también, es muy breve y lo fui acortando conforme lo hacía para que esa brevedad permitiera recrearse de la misma manera que el texto se recrea en el cuerpo. Eso hizo que escribiera muy lentamente. Además, terminó siendo aún más breve porque fui quitando mucho.
Lo que más tiempo me llevó fue encontrar el tono y el punto de vista adecuados. Yo notaba que empezaban a surgir los cuerpos, diferentes a lo esperado. Siempre había un intento de escribir la realidad del cuerpo tal y como es. Practicar una especie de erotismo honesto y pegado a la imperfección de nuestros cuerpos. Llevaba mucho tiempo pensando en dedicar un atlas al cuerpo humano.
Quería que el punto de vista fuera muy plural, hablan todos a la vez, es una voz que se nutre de muchos puntos de vista. De identidades y deseos diferentes. Una voz colectiva que resume cada parte de nuestro cuerpo. Por eso me costó dar con el tono. Entre manual anatómico, humorístico y una especie de poesía festiva.
Quería pensar el cuerpo de las demás personas y el mío en un fluir colectivo donde cupieran todos los cuerpos por muy diferentes que fueran. Pero no pensaba en los pechos de Venus ni de Afrodita sino en los de cualquiera. Hacer convivir todos esos cuerpos y mirarlos con simpatía y deseo.
Anatomía sensible, un lujo para nuestro cuerpo
¿Es difícil escribir sobre algo que se conoce tan bien y al
mismo tiempo es tan desconocido?
Ha sido muy divertido y en ocasiones difícil. El libro tiene dos estrategias simultáneas. Por un lado, leer de manera traviesa y a contrapelo las zonas de nuestro cuerpo más sobrecargadas de expectativas y de tradición. Y de ahí abordar de una manera más sorprendente esas partes: nalgas, pecho pene… Tratar de mirarlas como si no las hubiéramos visto nunca.
Y, al mismo tiempo, prestarles una atención casi loca y desmesurada a otras partes que no tienen ningún prestigio y que no forman parte de nuestra tradición erótica. Descentralizar la mirada del deseo.
Dentro de esas dos estrategias me costó más descentralizar la mirada sobre las zonas más obvias. Me resultó más fluida la otra parte, una oda al codo. Me di cuenta que esa parte del libro, buscar las originalidad de tus sienes, es más sencilla. Nadie te dice esas cosas, eres muy libre para metaforizar.
En cambio, para abordar el pecho o la nalga había que tomar una enorme distancia de los lugares comunes y de la mirada inquisidora que se suele dirigir a esas partes del cuerpo; en hombres y mujeres. Tuve que poner mucha distancia y compartir con mucha gente el texto para pedir colaboración. La escritura del libro tuvo tanto de colectiva como la mirada sobre el cuerpo.
Desde nuestra infancia hay una mala educación en torno al cuerpo y respecto a la manera de nombrarlo. Cuando vamos al colegio nos explican diferentes símiles. Por ejemplo, para las niñas, tus dientes como perlas, tus cabellos como el oro, piel como la seda o piel de nieve. Y eso que es aparentemente inocente tiene consecuencias gravísimas. Resume la pedagogía del cuerpo y del lenguaje desde nuestra más tierna infancia. Nos entrena para que pensemos que la belleza está relacionada con los cuerpos canónicos. Se establece una asociación perversa entre belleza y el canon de lo que debe ser. El lenguaje reproduce ese modelo, así reprimen tu cuerpo y tu verbo.
Hay una pulsión rebelde en el libro, los propios miembros se rebelan más allá del postureo o de lo que queremos hacer con ellos, de todos los mitos que tenemos en la cabeza. ¿Era uno de los objetivos o te diste cuenta después de esa rebelión?
Todas las miradas sobre el cuerpo están permitidas y son bienvenidas, si borramos todo lo que nos han contado. Si no damos por sentado ninguna asociación obligatoria entre ciertas metáforas, vemos el lenguaje de otra manera. Si no somos capaces de poetizar el 99% de los cuerpos reales que van por el mundo, no nos merecemos ni nuestro cuerpo ni nuestro lenguaje. Tenemos que poder hacerlo. Es un trabajo colectivo.
Tenía el punto de partida, esa sensación de rebelión. Venía siendo una preocupación para mí desde mucho tiempo atrás. Por ejemplo, en El viajero del siglo hay una historia de amor ambientada en el siglo XIX. Cuando los personajes se quitan la ropa, tienen cuerpos normales, para desmitificar el romance idealizado. Se publicó hace más de diez años.
La siguiente, Hablar solos, es una reflexión de cómo cambia la idea del cuerpo y la belleza cuando te toca cuidar a un ser querido y ves como cambia su cuerpo y reflexionas sobre eso.
Anatomía sensible es una reflexión sobre todas las marcas de los cuerpos y las memorias de las personas. Era algo que me obsesionaba y me parecía que estábamos contribuyendo a un daño colectivo. Estamos capando los posibles espacios para que la gente se relaje y sea normal. Para que no se sienta culpable de ser normal. Que la gente normal se sienta rara es un verdadero disparate, no conseguimos tener sentido común con respecto al cuerpo porque sus representaciones estéticas no tienen sentido común.
Otra de mis obras que trata el tema es Alumbramiento, narra el parto de un hombre y se publicó casi quince años. El caso es que siempre me ha interesado la teoría de género aplicada a la escritura. Pero nunca me había propuesto un libro dedicado a eso. Así que cuando comencé conceptualmente con él, todo fluyó porque era el punto de llegada. Era la preocupación que tenía como escritor y como ciudadano desde hacía muchos años.
¿Qué tiene que tener un relato para que sea bueno?
No mucho dogmatismo. El cuento está sometido a cierta escolástica. Una manera rígida de entender su final o su ritmo. Hay muchas ideas preconcebidas sobre qué es un buen cuento y a mí me gusta que sea mucho más flexible de lo que nos han dicho que es.
Un cuento chejoviano mejor que Chéjov no lo vas a hacer, ni mejor que Carver ni mejor que Munro. Sin embargo, el cuento es un territorio con más campo de acción. Me interesan mucho las hibridaciones de los cuentos con otros géneros.
Concretando, desde el punto de vista técnico, me parece muy delicado el tema del final. Disiento de esa idea de Cortázar de que te tiene que dejar noqueado. Los buenos finales de los cuentos no te dejan inconsciente, te dejan pensando. Te dejan iluminado, eleva tu conciencia y tu alerta.
Me parece que un final es muy delicado porque si te quedas en el final contundente, cierras mucho las posibilidades del texto, pero si te vas al otro extremo y lo dejas muy abierto caes en un manierismo carveriano. Lo dejas en algo trivial que podía haber terminado en cualquier otro sitio.
Entre el final efectista y el arbitrario hay un territorio intermedio, muy sutil, que el cuento permite. Así que es básico saber cuándo y cómo terminarlo para no caer en los dos extremos. Y es importante atender al ritmo no solo narrativo sino de la prosa. Un cuento breve se lee en un trance sintáctico parecido al del poema.
¿Qué te gustaría que pensase el lector cuando termine de leerlos?
Las sensaciones de lectura son tan libérrimas que me da miedo. Responderé con toda la cautela del mundo porque sé por experiencia que suele ser más interesante lo que piensa el lector que lo que yo piense. Lo que más me gustó, que ya me han dicho varias personas (hombres y mujeres), es que mientras lo leían se miraban al espejo con una sonrisa traviesa y se sentían reconciliados con su cuerpo. Relativizando ciertos complejos. ¿De verdad que esto que me han dicho que es feo es tan feo? Entre El Greco y Rubens hay una diferencia y ambos son bellos.
Estamos en un momento en que la cosmética se ha comido a la estética. La estética se plantea la belleza y su sentido. La cosmética se plantea la reproducción mecánica de un modelo impuesto que nadie discute. La cosmética te convierte en un modelo estético que nadie discute.
Introduje en Google la palabra belleza y en las cien primeras páginas solo salían mujeres jóvenes y blancas, modelos; luego había una modelo afroamericana, una pareja y un bebé. Para ver un hombre había que irse más allá del resultado cien. No había nada que no fueran cuerpos o caras de mujeres vendiéndote una crema. Este libro es parte de esa indignación.
Hay un mutilación narrativa y una pérdida de memoria histórica el cuerpo. Lo que supone obligar a una persona de cincuenta años a que parezca que tiene treinta. Cada arruga o cicatriz que borramos es una decisión narrativa inquietante que nos niega el derecho a tener experiencia, memoria y a sobrevivir.
Me gustaría pensar que la belleza no es eso que se marchita inmediatamente cuanto dejas de tener veinte años. La belleza es eso que empieza a suceder cuando transcurre el tiempo, igual que la energía no se crea ni se destruye, sino que se transforma. Necesitamos instrumentos estéticos y no cosméticos para precisar las transformaciones de la belleza, si no acabaremos odiando no haber muerto antes.
Es destructivo sugerirle a alguien que debería sentirse culpable por seguir viva; por seguir sobreviviendo sin que la belleza no le pertenezca más. Es una construcción de un prejuicio como cualquier otro. Nos han adiestrado en ese modo de mirar y hay que discutirlo, generar puntos de vista alternativos. Ese colectivo tiene cuerpo, así que más nos vale.
Noela Lonxe acaba de publicar una novela que ha recibido el Sello Talento de Caligrama. La obra se llama Pan de bruja y es una delicia de principio a fin. En un segundo estás en un universo propio y fantástico de la mano de Etna que acabará haciéndose un hueco en tu corazón.
Noela Lonxe: «Para los gallegos el realismo mágico es parte de nuestra cotidianidad»
Noela Lonxe nos cuenta cómo escribió Pan de bruja
Pan de bruja es una historia delicada, mágica y deliciosa. La capacidad expresiva de Noela Lonxe te va ganando en cada capítulo hasta que esos personajes forman parte de tu vida, sin remedio.
Etna es la protagonista de esta historia. Vuelve a Galicia con su hija preadolescente Serafina, con la que es incapaz de conectar. Atrás deja un matrimonio fallido en Londres y una vida cómoda y lujosa. La tierra de sus antepasados la acoge para enseñarle el camino, las mouras acompañarán su búsqueda. La propia. Tendrá que sondear su pasado para ser capaz de coger la riendas de su futuro. Y mientras lo intenta, el lector asiste maravillado a ese chorro de imaginación que entraña esta trama.
Amo este libro, se nota, lo único que te puedo decir es que debes leerlo, cómpralo ya, no pierdas más tiempo, ya me lo agradecerás.
Para conocer más sobre esta maravilla, entrevisto a su autora que forma parte ya de los casos de éxito de El Tintero Editorial.
La entrevista
¿Qué te llevó a escribir Pan de bruja?
La morriña. Vivo en California desde hace diez
años y, a veces, se me hace cuesta arriba. Escribir este libro me ayudó a
reconectarme con mis raíces.
¿Qué se va a encontrar el lector cuando
abra este libro?
Una historia de magia, empoderamiento y misterio.
¿Se podría encuadrar esta novela en el
realismo mágico?
Para los gallegos el realismo mágico es parte de nuestra cotidianidad. Como dice el dicho: yo no creo en la brujas pero haberlas haylas. Los personajes de este libro aceptan que hay cosas más allá de lo que vemos. Sin embargo, la historia rápidamente se desvía a territorios más fantásticos. Así que se podría decir que es una historia de fantasía englobada dentro del realismo mágico.
¿Cómo construiste a tus personajes? ¿Cuál
es el que más te gusta? ¿Y por qué?
Los mayoría de los personajes tienen diferentes retazos de gente que he ido encontrando a lo largo de la vida. Incluso en mis sueños. Mi favorito es Teodosia. ¿A quién no le gustaría tener una hechicera sabia que le guiase en esta complicada vida?
¿Cuál ha sido el mejor y el peor momento
del proceso de publicar un libro?
El mejor, escribir el primer borrador, cuando las aventuras se suceden y tú estás disfrutando con este otro mundo al que te escapas cada día. El peor, el tedioso e interminable proceso de relectura y edición.
¿Cómo ha sido que te dieran el sello Talento en Caligrama?
No me lo esperaba y, la verdad, me ha hecho mucha ilusión.
¿Qué le dirías a alguien que comienza ahora a escribir?
No te pares mucho para ver lo que vas dejando detrás del cursor. Puede ser muy paralizante. Sigue escribiendo, aunque todo te parezca una bazofia. Ya tendrás tiempo de juzgar tus folios una vez hayas terminado el manuscrito.
¿Qué te gustaría que pensara el lector cuando acabe de leer esta novela?
Me gustaría que se sintiese inspirado, intrigado y que le quedase un buen sabor de boca.
¿Tiene segunda parte? ¿No? ¿Nos puedes adelantar algo?
Estoy empezando a escribir una segunda parte, sí. Todo está tan en pañales que no me atrevo a decir nada porque quizás todo lo que escriba lo acabe cambiando una vez termine.
Entrevista con Enrique J. Vila para hablar de su novela El expediente de Samael (Algaida), un thriller religioso que se desarrolla en el corazón del Vaticano.
Enrique J. Vila: «Yo siempre escribo compulsivamente y dejando que trabaje mi imaginación»
Enrique J. Vila ha centrado su trayectoria como escritor en su experiencia personal y profesional relacionada con los niños robados. En su haber tiene varias obras relacionadas con el tema. En esta ocasión se estrena en la novela de terror y judicial. Según cuenta en la entrevista, la diversión y los buenos recuerdos de la infancia cuando leía libros de Enyd Bliton han sido cruciales para decidirse por este género.
El despacho de abogados Armagedón formado por siete socios que viven en diferentes ciudades repartidas por el mundo se enfrentan a un caso de violentas muertes con una única conexión: sus implicaciones sacrílegas. Así arranca esta novela que, según explica Vila, tiene una trama más que adictiva.
Vamos con las preguntas:
¿Qué te lleva a escribir este libro y qué se va a encontrar
el lector al abrirlo?
Lo he escrito por pura diversión, por el placer de contar una historia de miedo e intriga. He escrito acerca de lo que sé, lo judicial, y lo que me ha gustado siempre, el misterio y el terror… Es una novela judicial y es una novela de posesiones demoníacas. Se van a encontrar misterio, juicios, asesinatos, y lógicamente encontraran al demonio. Hay una trama adictiva, los primeros lectores me dicen que es muy difícil dejar de leerlo.
¿Por qué ese título?
Samael es un demonio, un ángel caído, y en mi novela posee a
una mujer… no puedo contar más sin desvelar la trama… hay un sentido además
más profundo, Samael es un demonio muy especial, en el sentido que también para
algunos ayuda a redimir a la humanidad y a la iglesia con su mal… pero esto
se puede descubrir con una lectura detenida del libro. No me interesa tanto ese
doble sentido, que algunos captarán, sino la mera diversión por la intriga, la
trama de investigación y lo puramente terrorífico…
El expediente porque la historia se cuenta desde el punto de vista de un despacho de abogados, compuesto por los siete protagonistas. Tratan temas judiciales casi siempre relacionados con lo paranormal (satán, brujas, fantasmas, … ). Este es el primer caso que ve la luz en una novela, pero hay muchos más. Algo ya escrito y mucho en mi imaginación…
¿Cómo has construido la estructura y los personajes de la novela?
Esta es mi primera novela de terror. Tengo otra novela social anterior y ensayos novelados con historias más cortas, pero también pequeñas novelas o cuentos, siempre escribo compulsivamente y dejando que trabaje mi imaginación. Es decir, a veces no sé ni lo que va a pasar con un personaje, una situación o con la propia historia. Voy inventando en base a dos o tres ideas básicas y, a partir de ahí, construyo el bloque. Eso sí, voy haciendo anotaciones de nombres, fechas, lugares, para evitar contradicciones cronológicas. Aunque básicamente la estructura y la historia, están en mi cabeza antes de crear la primera página, solo las dejo salir.
¿Sigues un mismo patrón en todas las novelas?
Sí, lo sigo, imagino una situación como «germen» (por ejemplo, un abogado que sueña con el demonio de forma reiterada), y a partir de ahí nace toda una historia.
En El expediente Samael se mezcla lo racional
con los paranormal. Es un equilibrio que debe costar mantener, ¿cómo lo has
conseguido?
Introduzco personajes racionales y otros no tanto. Por ejemplo, personajes católicos que creen en el demonio, por un lado. Por otro, psicólogos, forenses o psiquiatras escépticos. Luego los hechos ponen a cada uno en su sitio. Tampoco puedo adelantar para no hacer un spoiler. ¿Qué parte vence en mi obra, la racional o la demoníaca? Muere mucha gente, pero ahora no voy a contar quién los ha matado.
¿Este libro nació siendo ya parte de una saga o decidiste
que fuera una saga cuando estabas escribiéndolo?
Si los lectores quieren, será una saga. De hecho, ya tengo escrito el segundo, a falta de corregir y pulir. Se llama El expediente Yurei. Va sobre fantasmas y aparecidos, pero con los mismos siete abogados investigando esos hechos. Como dije antes, se me ocurrió que sería divertido crear unos personajes interesantes. En este caso, abogados de caracteres muy variopintos, muy amigos (a veces no). Residen en diferentes países pero son socios del mismo despacho y en su trabajo judicial (a veces, tan aburrido), siempre se encuentran con lo paranormal y el miedo. Insisto, será una saga y está pensado como saga desde el principio.
En esto tiene gran culpa la escritora británica Enyd Bliton, que me «vició» a leer con sus sagas de los siete secretos y el club de los cinco, que devoré en mi infancia… Tomé simpatía con esos niños y sus andanzas, y deseaba cada vez un nuevo libro. En este caso la simpatía espero que sea hacia esos siete abogados que tanto sufren y disfrutan, a veces; luchando contra la maldad y con sus experiencias paranormales.
¿Qué te gustaría que pensara el lector cuando termine de
leerlo?
Álvaro García Hernández entró en la literatura siendo finalista del I Certamen Literario Emilio Murcia y se decepcionó tanto que lleva más de dos décadas dedicado en cuerpo y alma a la sección infantil y juvenil donde ha ganado el Premio Gran Angular y ha cosechado grandes éxitos. Ahora vuelve al registro adulto con Enero y tú desnuda (Alianza). Una novela que presenta a un personaje de esos que enamoran desde la primera página. De hecho parece que estaba pensando en él cuando escribí este artículo. Aunque algunas veces, esta entrevista desmienta mis consejos. La literatura es así.
Álvaro García Hernández: «Tengo a Enero tan en carne viva que si me pusiese a escribir ahora escribiría contra Enero»
Enero y tu desnuda te sorprende desde la primera página, desde el primer párrafo te enganchas a este hombre que se llama Enero aunque no lo descubras hasta bien entrada la trama. Te coge de la pechera y te arrastra a la locura de su universo hasta descubrir que el personaje en el fondo está más cuerdo que tú mismo.
Entre ratas muertas, diazepam, speed, catapultas de madera y tractores transcurre una trama de espionaje a fondo desde la taza del retrete y animales que hacen de Pulpo Paul pero con las inversiones en bolsa.
Buenos ratos sucesivos que te van descubriendo mucho más incluso de ti mismo. Eso es Enero y tu desnuda. Una novela escrita de manera automática, desde las tripas, sin filtros en la que las piezas encajan desde el primer momento.
El cambio generacional, Internet, la huella digital, la España vacía, el fracaso, el abandono, la fatalidad y la bondad se juntan en estas páginas de las que no saldrás ileso.
Para conocer más a fondo este prodigio de sorpresas, entrevisto a Álvaro García Hernández. Te dejo con nuestra conversación. Disfruta.
¿Cómo empezó todo con esta novela?
Escribo literatura infantil y juvenil, pero yo solo escribo en verano, de manera que se acaban mis cuatro semanas de infantil y de una me planteo, por primera vez en muchos años, que podría escribir una novela de adultos.
De hecho, siempre me he estado refrenando porque cuando escribes novelas para niños o jóvenes no puedes hablar de ciertos temas, no puedes hablar de determinada manera, es importante cuidar el tono. Aquí, literalmente, puedo decir lo que quiera, el único margen me lo ponía mi mujer que al acabar el día leía lo que escribía y me aconsejaba cuando me había pasado.
Así que de una me encuentro con un personaje que puede hacer lo que quiera. Y, al principio, yo no sé por qué hace las cosas Enero. Solo sé que es excéntrico, pero de una el propio personaje se va volviendo coherente y te explica que la situación inicial de Enero es la de un héroe que se sacrificó por todo el mundo. Aunque él no recuerda por qué se sacrificó y por qué está en esas circunstancias.
La prueba la tienes en que, como hace Vladimir Propp, la vida de todos acaba mejorando gracias a Enero. Eso sí, en un principio no sabía que estaba pasando ni yo mismo.
¿Entonces, cuando te pusiste a escribir qué tenías?
Ganas de escribir.
¿Solo?
Yo tengo una habilidad extraña. Cuando escribo me quedo en trance. Muchas veces, cuando acabo de escribir, leo y flipo yo mismo con el resultado, las asociaciones que se van tejiendo… Escribir es un don. Hay gente que lo hace con mucho esfuerzo, con mucho cálculo, yo tengo muchos defectos, pero es cierto que escribo como si las palabras viniesen una detrás de otra solas y en esta novela ha sido automático. Enero tiene algo diferente, soy consciente, si no la hubiera escrito yo y la hubiera escrito otra persona, pensaría lo mismo.
«Hay algo mágico en esta creación y no puedo justificarlo diciendo que lo planeé durante meses.»
¿Entonces, todas las preguntas que tenía sobre cómo has construido los personajes, qué has hecho con la estructura y todo eso, lo olvidamos, no?
(Risas). Creo que sí. Yo empiezo a escribir en serio con el blog, escribiendo relatos cortos. Yo aprendí mucho del feedback con los lectores, puedes ver qué texto ha sido más leído o el más comentado. Los textos cuánto más pequeños, más rápidos son y más ágiles. De hecho, cuando yo presento la obra en el registro, me llaman y me dicen que esto no es una novela, que es un libro de relatos… Hasta ese punto confunde.
En realidad, Enero capítulo a capítulo es como un relato corto, tiene su inicio, su avance y su final. No tiene la progresión temática de mis novelas infantiles, que están planificadas.
Enero era un flash, una secuencia que yo quería destacar, pero el personaje era tan coherente, tan cohesionado que si lo ponías en esa situación iba a hacer algo excéntrico… (de ahí el tractor, la catapulta, las ratas… ). Yo no sabía que todo eso solo era para demostrarme que Enero no es un perturbado.
Yo soy el primer sorprendido cuando el propio personaje me dice que lo que va a hacer es por esto o aquello. Hay algo mágico en esta creación y no puedo justificarlo diciendo que lo planeé durante meses.
«Mi generación tuvo que aprender el interior de Internet.»
Hay una lectura entre líneas que es cómo utiliza alguien que no es un millennial las redes sociales e internet, con unos fines y de una forma totalmente diferente…
Yo tengo 43 años, Internet llega aquí en el año 2000, qué sucede, mi generación está educada en saber cómo funcionan las cosas. Nosotros teníamos que saber cómo se instalaba el sistema operativo, cómo se instalaban los programas, tenías que meter discos, contraseñas… Tú ahora le preguntas a un adolescente, a mi hijo de 16 años, qué sistema operativo usa su móvil y no tiene ni idea.
Mi generación tuvo que aprender el interior de Internet. Es una perspectiva muy diferente a la generación de Ana que, simplemente, no quieren saber. Si necesitan algo, lo miran en un tutorial de YouTube y ya.
En mi generación hemos aprendido un montón de cosas que solo hemos usado una vez. Se dice en el libro y es cierto. Ese choque generacional entre una millennial y alguien de mi generación, la generación de la crisis, es muy interesante, mucho que más que la relación seudoerótica.
Imagino que esa relación a la que te refieres te sirve para crear una imagen del personaje que luego irá cambiando. Es como el detonante del personaje.
Claro, Enero se siente atraído por la chica, es un personaje que está sumergido en las drogas y esa atracción, ese sentimiento de vigilancia, hace que el lector lo vea como un perturbado. Ahí fue donde mi mujer y yo pulimos muchísimo para que no diera el paso de convertirse en un perturbado de verdad.
Sí, hubiera sido insalvable.
Exacto, llega un momento en que Borja le dice que confunde querer con cuidar de alguien, con proteger a alguien. Siempre ha protegido a todo el mundo. Entonces, te das cuenta que ese roce viene de ahí, en realidad la está cuidando. El personaje es mucho más coherente de lo que pensabas al inicio.
«He encontrado que no quiero escribir más.»
Una vez que la escribes, ¿corregiste mucho?
En infantil y juvenil, me dan sopas con ondas, me corrigen un montón, pero en este caso hay un 10% de corrección en una obra que se escribe en cuatro semanas. Está super calculada. Frases muy cortas, con un ritmo muy cuidado, hay muchísima rima en los diálogos, en todo, cortarla era muy complicado.
Entonces, ¿has encontrado tu registro en realidad?
He encontrado que no quiero escribir más. Toda mi vida me la he pasado que no había acabado una novela y ya estaba pensando en otra, desde que acabé Enero no quiero escribir, es como cuando acabas el camino de Santiago y dices y ahora qué.
¿Pero por qué, si has encontrado tu registro de verdad?
Me he pasado 20 años de mi vida queriendo ser escritor, 20 años luchando, tengo un premio nacional en juvenil, quedé finalista al año siguiente en infantil, Enero está haciendo virguerías… No sé qué viene después, pero sé que es un punto de inflexión. No tengo ni idea de por dónde tirará mi vida.
Yo creo que estás en shock precisamente porque has encontrado tu registro, tú aquí fluyes, el tono del personaje central es muy bueno… Así que si has dado con tu clave tienes que sacarle partido.
Pero tengo a Enero tan en carne viva que si me pusiese a escribir ahora escribiría contra Enero. A día de hoy no tengo la necesidad de escribir y he vivido con ella 20 años.
«Un libro no te tiene que entretener, debe convertirte en mejor persona»
Para terminar y siguiendo con los futuribles, ¿qué te gustaría que pensara el lector cuando termine de leerlo?
Que le han engañado. Hay un juego en Enero que me gusta muchísimo, cuando tú como lector comienzas a leer la obra, piensas que eres mejor persona que Enero porque tú no te acercarías a la niña, no la observarías de esa manera. Cuando acabas de leer Enero y tú desnuda, él te ha demostrado que tú eres peor persona. Ese sentimiento de engaño te pone la piel de gallina.
Un libro no te tiene que entretener, debe convertirte en mejor persona y si alguien te demuestra que se puede hacer mejor de lo que lo has hecho hasta ahora, te convierte en algo mejor.
La literatura no está aquí para hacernos pasar el tiempo, puede haber muchos tipos de literatura, mi literatura tiene que convertirte en mejor persona. Te tiene que hacer sentarte y cuestionarte en qué puntos de tu vida puedes mejorar y he encontrado un personaje que me demuestra que nos hemos torcido, que tenemos flecos que podemos recortar.
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