Cómo seguir escribiendo en medio de una ola de calor
¿Cómo escribir en verano? El calor te aturde. Te derrites delante del teclado mientras ves acercarse con pánico otra ola de calor. Este post va de cómo evitar lo que nos pasa cuando tenemos que seguir escribiendo y lo que queremos en realidad es correr hacia una concentración de agua y tumbarnos a la bartola a disfrutar con lo que escriben otros.
Claves para escribir a pesar del calor
La inexistencia de aire a tu alrededor es una premonición de que te puedes convertir en ese agua que ansías en cualquier momento. Entonces, el miedo te paraliza: ¿Y si estropeo el ordenador al pasar a este estado líquido inminente? Con dedos temblorosos buscas el disco duro para hacer una copia de seguridad y lo alejas de ti. Mucho, no sea que le llegue el tsunami. Después de pasar un verano escribiendo en estas condiciones, comienzas a entender aquello del sudor y lágrimas.
Las ideas escapan, tienen calor y son mucho más libres que nosotros. La mente se queda en blanco y solo eres capaz de repasar la interminable lista de tareas que deben tener un sistema reproductor a prueba de bombas porque aumentan a cada minuto. Aún así, tienes que seguir y sigues, a pesar de que los dedos se pegan en las teclas, porque no tienes ninguna escapatoria. Ese va a ser tu verano. La esperanza comienza a hacer las maletas.
Entiendo, por experiencia propia, que en estas circunstancias, escribir puede resultar una aventura de riesgo, sobre todo, para los lectores. Así que en este artículo voy a intentar dar algunos consejos que, a veces, no consigo ni aplicarme yo. Eso sí, lo intento. Todos los días.
Cómo escribir en verano
No pienses en playas, tumbonas, plácidas siestas, airecito rico junto a una cerveza bien fría, leer hasta cansarte o viajar a lugares exóticos. Estás en tu casa, delante del ordenador y solo tienes que pensar en seguir escribiendo. Punto.
El esquema como terapia
Si no lo has hecho, hazte un buen esquema de por dónde quieres que fluya la novela. En caso de que lo tengas, repásalo para tenerlo siempre presente. Esto impedirá que te plantes delante de una hoja en blanco con ganas de hacerte el harakiri. Además, lee el punto siguiente.
Recrea escenas en tu cabeza
Procura pensar antes en qué vas a escribir. Si de normal este punto es imprescindible para seguir trabajando en esa novela, imagina ahora. Mientras descansas, en vez de maldecir porque alguien con un horno supersónico se lo ha dejado abierto a su máxima potencia, piensa en tus personajes, si encima viven en Siberia, mejor para ti. Recrea las siguientes escenas que tendrás que escribir. Repasa mentalmente el esquema de la novela, ponlos en situación en tu cabeza, visualiza diálogos, gestos y qué hacen. Será un ejercicio relajante y, sobre todo, hará que cuando te sientes delante del ordenador al día siguiente puedas concentrarte al margen del calor o el hartazón que tengas. Tendrás una misión clara y la cumplirás fluyendo.
Echa a patadas a tu yo negativo
Cada vez que tu mente prepara una mascarada para impedir que avances, piensa en que, pase lo que pase, vas a terminar esa novela, porque es tuya, porque has puesto mucho esfuerzo en ella y porque tus personajes se lo merecen. En cuanto la frase: «Esto es una mier…» aparezca en tu cabeza, dale carpetazo y échala de tu mente como si fuera un mosquito tigre. Su picadura es mucho peor que la de este insecto. El lado retorcido de tu mente es más listo que tú, así que como lo que quiere es descansar de una santa vez, olvidarse de ti y dejarse de rollos, te manda señales para que le hagas caso. Obvialo, trabaja, empodérate y sigue adelante. En septiembre te alegrarás de lo que has conseguido.
Descansa
Y, lo último, es una obviedad, pero la necesitas. Descansa, una vez que has cumplido el objetivo diario, date un respiro, vete con tus amigos a pelar la pava a alguna terraza, ponte a leer como si estuvieras en esa tumbona en la que no te has permitido pensar en todo el día y deja tu mente vagar hacia tus personajes, vive con ellos. Piensa que son la mejor compañía para este verano sofocante. Los son. En cuanto tengas la costumbre de recurrir a ellos en los tiempos muertos, te darás cuenta de lo divertido que es y de las ganas que tienes de seguir pensando cómo lo van a hacer para salir de donde los has metido. Por no hablar de las alegrías frescas y calmantes que te dará ese que nació para secundario y en medio de esta ola de calor, espantoso y amodorrado, se ha convertido en una estrella rutilante capaz de quitarte toda la sofoquina con un solo gesto.
Además, puedes leer cómo enfrentarte a una página en blanco o al mal llamado bloqueo del escritor, si sigues este enlace.
Espero que estos consejos sean útiles para ti, si como a mí, la palabra te vacaciones se fue hace rato con la esperanza. Tan contentas, en un coche bien cargado de maletas y con pamelas de flores ondeando al viento.
¡A por ello! 🙂
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