Imaginario colectivo: cómo utilizarlo a tu favor cuando estás escribiendo
Imaginario colectivo, ¿cómo utilizarlo a tu favor cuando estás escribiendo? El primer paso es conocerlo para transmitir mucho con poco. Sigue leyendo y lo verás.
Imaginario colectivo, fundamental para escribir bien
Una de las claves de la economía comunicativa es saber cómo funciona el imaginario colectivo. Muchas palabras llevan asociados otros conceptos. De manera que, en cuanto se pronuncian, no solo se está hablando de su significado literal, sino que se están dejando caer otros significados y significantes que son inevitables.
Economía comunicativa
Todos los autores que han trabajado conmigo dan fe de lo pesada que soy respecto a la economía comunicativa. Un término que por sí solo se merece un post. Es imprescindible tenerla para escribir bien. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Una de las reglas de oro de la literatura. Si, además, sabes manejar bien el imaginario colectivo, tienes gran parte del camino hecho. Sabrás expresar mucho mejor lo que llevas en la cabeza y tu lenguaje adquirirá una plasticidad que te asombrará. A ti y, sobre todo, a tus lectores que disfrutarán el doble de aquello que escribas.
Imaginario colectivo: concepto
Para aclararnos un poco, porque es endiabladamente complicado explicar esto, voy a intentar definir lo que es el imaginario colectivo: es el conjunto de creencias, mitos, tradiciones, símbolos y tópicos que tiene una sociedad como conjunto. Es como si hubiera un cerebro que compartiéramos todos los individuos que componemos la sociedad en la que se van estableciendo conceptos que superan al significado normativo de cada palabra. Os dejo aquí lo que significa para la RAE.
Dobles, triples e infinitos sentidos de las palabras
Por ejemplo, cuando decimos «cuñado», nos estamos refiriendo al marido o pareja de nuestra hermana o hermano. Pero también nos podemos referir a una persona rijosa, carca y muy tradicional que siempre lo sabe todo, aunque no sepa nunca nada. Un ser más bien tonto de remate que nos amarga todas las comidas familiares. Aunque, para ser exactos, el término que más se utiliza para referirse a esta acepción es «cuñao». Ya fuera de toda regla.
Lo mismo ocurre con la palabra «multinacional». Hasta hace dos días, era el trabajo ideal para los empotradores de la fiebre erótica que arrasó la novela. Hoy, lo mismo que le ocurre a la corbata, está palabra está asociada a robo, crimen organizado, estafa, injusticia y un largo etcétera que lo que menos despertará es la líbido, excepto si lo que le gusta a tus lectores es el sado.
Lo peor es que con las redes sociales el imaginario colectivo crece a un ritmo vertiginoso. Es una masa cambiante de conceptos que obligan al escritor a estar pendiente en todo momento. De manera, que esta gran cabeza (iba a decir pensante, pero no lo es), puede ser el aliado perfecto para conseguir decir más con mucho menos, pero también puede llevarnos hasta los infiernos si no sabemos usarlo. Una palabra mal utilizada en este sentido puede desfigurar un personaje o hacer que se le caigan todos los palos del sombrajo a tu novela.
En la corrección está la clave
En la búsqueda de errores en este sentido, es importantísimo que dejes que alguien con criterio y muy al tanto del imaginario colectivo revise la novela. Ya que aunque dicen que no hay que escribir para los demás, sino para uno mismo, siempre es imprescindible tener en cuenta qué conceptos están establecidos en la sociedad y de qué manera. Joël Dicker, me lo cuenta en esta entrevista, por ejemplo.
Y es que el lector no podrá controlar su subconsciente, por mucho que le guste tu novela, cuando lea esa palabra que se ha establecido con esa doble significación en el común de los mortales. Interpretará automáticamente lo que le dicta ese imaginario colectivo, antes que el significado que recoge la RAE y por el que tú has utilizado esa palabra.
Sí, ya sé que es imposible controlarlo todo. Sobre todo, porque cuando escribes no tienes una bola de cristal y pueden pasar muchas cosas después con el imaginario colectivo. Está claro, pero al menos intenta buscar la universalidad siempre. Sobre todo para no volverte majara (por ejemplo, este adjetivo está muy demodé y sería perfecto para una novela de quinquis de los 80, pero en la actualidad se quedaría con todas las patas fuera del tiesto). Así que lo más importante es que tengas en cuenta que tu novela debe resistir bien el paso del tiempo. Busca el equilibrio, siempre.
¡Hasta la semana que viene!
Puede que esa facilidad de Dicker sea por ser hijo de librero y que desde pequeño haya estado rodeado de libros. Lo cual me recuerda las frases que están escritas en las bolsas de París-Valencia.
Aquí, tras una entrevista en Suiza:
Joël Dicker est un passionné de librairies, petites et grandes, partout où il va. Mettre son succès au service de ces lieux a été une constante. «On a de la chance. Il a conscience de l’importance du rôle de la librairie dans la vie d’un livre. Ce n’est de loin pas le cas de tous les auteurs de best-sellers. Le fait qu’il soit fils de libraire n’y est peut-être pas étranger»
Puede ser, está claro que si creces rodeado de libros tienes mucho ganado, aunque saber usar todas las app y plugins que tienes en la cabeza también funciona muy bien. Gracias por tu comentario 🙂