Entrevista con Kike Parra sobre su libro Ninguna mujer ha pisado la luna
Entrevisto a Kike Parra que ha publicado en Relee, una editorial que corre a cargo de Eloy Tizón e Isabel Cañelles, el libro Ninguna mujer ha pisado la luna. Ocho relatos en los que la verosimilitud y la imaginación juegan con el lector al escondite.
Kike Parra: «lo políticamente correcto está lastrando la evolución de la sociedad».
Kike Parra es profesor de escritura creativa y director de la colección Microsaurio en la editorial Enkuadres. A este autor le gusta sacar la realidad hasta el filo del precipicio. Situaciones normales al límite de lo imposible y a la inversa. Relato a relato hace que la mente del lector juegue continuamente y se sorprenda a cada paso.
Sus personajes son vulnerables y este libro se convierte con ellos en un laboratorio de ideas, tal y como dice su sinopsis. En pie de guerra contra los estereotipos y los prejuicios. Para hablar de todo ello, os dejo con sus respuestas.
¿Por qué ese título? En una sociedad políticamente correcta, puede ser peligroso, ¿no? Demasiadas interpretaciones.
Precisamente por eso: lo políticamente correcto está lastrando la evolución de la sociedad. Y casi siempre constriñe a los hombres y mujeres. Ese título, más allá de la intención que tengo como escritor a la hora de que las fuerzas entre lo masculino y lo femenino en mis textos mantengan un equilibrio, me está dando sorpresas.
Por ejemplo, de la cantidad de lectores que desconocían que ninguna mujer ha pisado la Luna, o los que, de partida, creen que les intento tomar el pelo y me comentan, “Pero eso no es verdad, ¿no?”. A mí, por ejemplo, me ha servido para enterarme de que, en los años 60, la NASA puso trabas y paralizó proyectos para que, mujeres que estaban mejor preparadas que los hombres, no fuesen tenidas en cuenta para subirse a un cohete espacial. Esto es lo que crea, justamente, lo políticamente correcto. Que se quede en planos ocultos aquella información que no le interesa que se sepa al establishment.
¿Qué se va a encontrar el lector cuando abra este libro?
Por resumírtelo en una frase: ocho relatos que cuentan un momento crucial y complicado de la vida de varios personajes. Lo interesante de estas vidas es lo mucho que pueden parecerse a las nuestras aun cuando nosotros entremos en la historia que estamos leyendo pensando aquello de “Esto no me puede pasar a mí”. Al final, el lector se encontrará con que él mismo podría haber protagonizado o aparecido retratado en estos cuentos.
¿Qué es más importante para ti, la imaginación o la verosimilitud?
Ambas cosas por igual. La imaginación sería el chispazo que prende la hoguera y la verosimilitud el material combustible que voy echando al fuego para que no se apague. Imaginación y verosimilitud van cogidos de la mano. Mis relatos son realistas, pero escritos desde la ficción, que no desde la fantasía.
Has dicho en otras entrevistas que te basaste en noticias como punto de partida para los relatos. ¿Cómo las seleccionaste?
Fueron ellas las que me seleccionaron a mí. Uno va enterándose de lo que ocurre en el mundo a través de los diversos canales de comunicación y, de repente, hay una noticia a la que se le presta una atención mayor.
Esto fue lo que pasó. La primera de todas fue la muerte del actor estadounidense Philip Seymour-Hoffmann. Había algo en ella que no me desasosegaba. Hasta que un día descubrí de qué se trataba: Seymour-Hoffmann tenía hijos pequeños y los amaba con locura y, sin embargo, era consciente de que había actos de su vida privada con los que se la estaba jugando. Un poco quería comprender eso. Porque yo también tengo un hijo de una edad parecida a los suyos y, a veces, he hecho o seré capaz de hacer algo donde me la esté jugando, participar en una situación que puede conllevar el dejar de disfrutar del amor y de la compañía de mi hijo.
¿Cómo es tu proceso creativo, cambia con cada obra?
Puedo decir que ha cambiado poco a lo largo de los años. Una idea, una frase, algo, una persona con la que me cruzo en la calle capta mi atención. Me doy cuenta de que ahí hay algo que me interesa. Reflexiono sobre eso y cuando ya lo he madurado, me siento a escribirlo. Lo que sí ha cambiado es el proceso de revisión y corrección. En los últimos años le dedico más tiempo, incluso disfruto al hacerlo.
¿Tienes alguna manía a la hora de escribir?
Diría que sí, dos: estar solo y con el menor silencio posible. Aunque me he dado cuenta recientemente de que puedo escribir con condiciones totalmente opuestas. En los últimos dos años he participado en diversos Letring Catch, una iniciativa de Hotel Postmoderno, en la que los concursantes tenemos que inventarnos textos ante el público, con una DJ pinchando música, un speaker animando, tu pareja o tus amigos a cinco metros, viendo lo que escribes en el portátil. He sido capaz de escribir y me he divertido. Algo que pensé que no sería capaz de hacer.
¿Qué tiene que tener para ti un buen libro?
Lo mínimo que le pido es que me entretenga, eso que decimos de “que no se me caiga de las manos”. Me gusta que me sorprendan, pensar aquello de “Ojalá lo hubiese escrito yo”. O, al menos, que la lectura de ese libro me dé ganas de ponerme a escribir.
¿Qué te gustaría que pensara el lector cuando acabe de leer tu libro?
Me gustaría que se fuese pensando en la historia o historias que acaba de leer, que haya empatizado tanto con los personajes que el libro siga un tiempo conviviendo con él en su cabeza. Y que le haya gustado tanto que se diga: “Voy a comprarme otro libro de Kike Parra”.
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