La extraña desaparición de Esme Lennox. Maggie O’Farrell. Reseña
La extraña desaparición de Esme Lennox (Salamandra) te engaña desde un título equívoco que luego no lo es. Piensas que vas a leer una novela de misterio, tal vez un thriller, posiblemente novela negra o policíaca. Ja.
Componer a Esme Lennox o la belleza de leer. Así es esta novela de Maggie O’Farrell
Sí, si está aquí es porque me ha gustado. Y eso es decir poco. No las tenía todas conmigo cuando lo elegí. Pero como me encontré algo tan diametralmente opuesto a lo que esperaba, esta novela me enganchó desde el inicio. Y eso que hay que reconocer que no tiene el mejor inicio posible, creo yo. Eso sí, lo compensa con creces. Ya que, como al desenvolver un regalo, este libro te va atrapando mientras te enseña, poco a poco, lo que te espera dentro de sus páginas.
Una estructura luminosa
Eso es lo primero. Tanto que al principio me costaba saber cómo lo había hecho O’Farrell. Y no hay nada que me guste más que no saber cómo se ha hecho una estructura. Si está bien hecha, claro. Vais a pensar que vaya editora estoy hecha que no calo la estructura a la primera. Pero cuando digo que no sé cómo lo ha hecho, no me refiero a la forma. Eso está claro. Tres voces narrativas: dos en tercera persona y una en primera. Las tres se alternan sin ningún tipo de indicación más allá de un salto de línea y algunos puntos suspensivos. Nada más.
Una perspectiva múltiple complicada de conseguir. Sin embargo, el lector la sigue sin ningún problema. Se adapta a esas voces, a lo que le cuenta cada una, entendiendo desde dónde se cuenta cada cosa. Un rompecabezas que lejos de distanciarte, te acerca, cada vez más, a esta historia enorme, aterradora y profunda.
La magia de saber priorizar los datos
Lo que no sé aún es cómo ha priorizado los datos. Unos sobre otros. Y aún así, me encanta cómo lo ha hecho. Porque el conjunto es maravilloso. Consigue que el lector se emocione con cada descubrimiento, con cada paso que da Iris en dirección a Esme.
Los horrores familiares
Se establece un juego de secretos y terrores familiares que las tres protagonistas van enlazando. Dos desde la más absoluta cordura y una tercera desde su mente atrofiada por el alzhéimer.
Fragmentos que van llevando al lector al deslumbramiento a medida que se horroriza. Las convenciones sociales, la falta de empatía y el egoísmo son el caldo de cultivo de La extraña desaparición de Esme Lennox. Un estrato que se contrapone a la búsqueda de la felicidad y la libertad.
Buscando en los clásicos
O`Farrell podría haberse basado en una novela clásica francesa de principios del siglo pasado llamada El jardín secreto. Ambas arrancan en la India colonial. Además, muestran la desubicación y el trauma de dos niñas que regresan a Inglaterra huyendo de las epidemias después de sufrir irrecuperables pérdidas familiares y el apellido de la familia es Lennox. Sí, tiene sentido hacer la comparación, pero realmente, no encuentro el trasfondo y, por supuesto, tampoco la técnica.
Si tuviera que compararla con alguna novela que hubiera leído con anterioridad, me viene a la cabeza El cuento de la criada, de Atwood. Ya que la sociedad que se encontró Esme al regresar al Reino Unido tiene mucho que ver con ese mundo que recrea Atwood donde los sentimientos son reprimidos y el utilitarismo lo mancha todo. Aunque mucha gente piense que lo que hizo Atwood es una distopía, en realidad yo pienso que ese mundo horrible ha estado y está en el nuestro. El ser humano es el primer depredador de sí mismo. Y de esto también habla este maravilloso libro de O’Farrell. (He estado toda la semana pensando por qué surgió en mi cabeza precisamente El cuento de la criada, creo que al margen de todo, es la atmósfera. Conseguirla es prueba del arte que tienen ambas escritoras).
Aunque por otro lado, es imposible comparar ya que la forma y la técnica elegidas por O’Farrell tienen un componente muy original, suyo.
Algunos hallazgos
Para que te deslumbres con la asombrosa prosa de O’Farrell, te voy a dejar algunos fragmentos y te comentaré por qué los he elegido:
«Su abuela lanza un largo suspiro, mira al cielo y murmura algo sobre cruces y paciencia».
Lo que me maravilló de estas frases fue la perspectiva de la niña respecto a su abuela, lo hilarante que resulta y también lo que tiene de premonición.
«Ya en la cocina, llena la tetera, saca la mantequilla de la nevera, mete pan en la tostadora. Le parece curioso estar haciendo lo mismo de siempre como si nada hubiera cambiado».
Aquí me encantó la manera de expresar cómo la rutina se establece dentro de cualquier pesadilla o felicidad. Pase lo que pase, hay gestos que seguimos haciendo como si nada hubiera cambiado, cuando ya ha cambiado todo.
La perfección de lo imperfecto
«La niña es sorprendente para ella. Es una maravilla. De toda su familia, ella y Kitty y Hugo y todos los otros niños y sus padres, de todos ellos, solo queda esta niña. Es la única. Todos han quedado reducidos a esta chica de pelo oscuro sentada en la arena, que no tiene ni idea de que sus manos y sus ojos y el gesto de la cabeza y la caída de su pelo pertenecen a la madre de Esme. Solo somos recipientes a través de los que pasan las identidades, decide la anciana. Somos rasgos prestados, gestos, hábitos, que luego transmitimos a otra persona. Nada es nuestro. Venimos a este mundo como anagramas de nuestros antecesores».
Este es mi favorito. Si nos atenemos a la economía comunicativa y a la prosa en sí, tiene muchos defectos. Repite varias veces la misma información, repite conjunciones… Vamos, lo que puedes ver, pero cuando lo lees, lo sientes todo y te importa poco si la prosa es más o menos depurada. Ya que sencillamente es perfecta para lo que quiere transmitir. La cadencia de las palabras es ideal, justa, y evoca en la mente del lector ese empeño del ADN, de la herencia. Ese conglomerado de gestos y físico que somos.
Voz narrativa
Además, no quiero despedirme sin decir que O’Farrell ha sido muy valiente para elegir esta primera persona. Era la primera vez que la utilizaba en toda su trayectoria. En este caso, la de una persona que tiene alzhéimer. O tal vez por eso, nadie pueda decirle que es inverosímil. Desde luego, ha sido muy inteligente a la hora de elegir ese personaje como narrador y, en todo caso, ensayar esa primera persona, quién lo sabe. Lo cierto es que esta voz en primera persona es clave para componer un puzle hecho de jirones de alma. Una pieza clave para que el lector descubra por sí solo lo que tiene que contarle esta novela.
El misterio del título de la novela
Esa es otra de las virtudes de La extraña desaparición de Esme Lennox. O’Farrell deja que el lector sea el protagonista absoluto de la obra. Siendo él quien deba que componer sus piezas. Dándole las pistas justas, pesadas y medidas, para que lo haga. Siempre de tal manera que encaje en la mente lectora como un guante.
Por último, decir que aunque al principio piensas que el título no tiene nada que ver con la novela; cuando terminas encuentras el hallazgo luminoso de que no podría tener uno mejor.
Antes de despedirme, te dejo una entrevista a la autora. No es por la publicación de esta novela. Aviso. Eso sí habla de cómo escribe Maggie O’Farrell. Y me ha gustado tanto que considero que es un buen complemento a esta reseña.
En definitiva: una novela llena de encuentros y misterios, deliciosos y dantescos, a la vez.
¡Hasta la semana que viene!
Interesante artículo que nos muestra bien a las claras un buen conocimiento de un autor y su obra,
Gracias, Alejandro, es un libro muy recomendable, con un manejo de los diferentes narradores muy bueno. Un abrazo