La novela epistolar y sus fuertes dolores de cabeza
Libros epistolares que no duerman a las piedras también podría ser el título de este post.
La novela epistolar es una caja de bombas
Por qué, porque las cartas suelen ser bastante difíciles de compaginar con un ritmo decente para una novela.
En este artículo voy a ocuparme del género epistolar, cuáles son sus características, por qué se utiliza y cómo hacerlo de la mejor manera posible. Y para ello me apoyaré en una novela que acabo de leer y que me ha parecido bastante paradigmática, además de un hallazgo imposible: La sociedad literaria del pastel de la piel de patata de Guernsey. Sí, así se llama. En fin, no sé cómo se ha convertido en un bestseller con todo lo que tiene encima. Para que luego digan.
Características de la novela epistolar
La principal característica del género es que su estructura está basada en cartas o correspondencia de algún tipo, también sirven los correos electrónicos e incluso los mensajes de móvil. Cualquier forma de comunicación escrita entre dos o más personas. Esa es la diferencia principal con el diario, que son cartas que se escribe el personaje a sí mismo, en realidad, o para dejar testimonio de sus vivencias. Y que tiene más que ver con el monólogo.
El género epistolar requiere un emisor y un receptor; o varios en cualquier caso. Además, se trabaja con la primera persona.
No entiendo muy bien por qué se le ocurre a alguien, con la cantidad de tipos de estructuras que hay, escribir una novela epistolar. Que se haga uso de esta técnica, tiene un pase; pero que se dedique solo a la epístola, me alucina. De verdad.
La sociedad literaria del pastel de piel de patata de Guernsey
Así que no te quiero contar lo que pensé cuando me di cuenta de que La sociedad literaria del pastel de piel de patata de Guernsey es una carta detrás de otra… Aún así, acabé de leerla. Un mérito para sus autoras sin duda.
Cada uno tenemos nuestras manías. Y los editores las tenemos todas. Eso es así.
Además, es que en este libro existe la dificultad de compaginar multitud de primeras personas. Mátame, camión.
En La sociedad literaria del pastel de la piel de patata de Guernsey tenemos diferentes primeras voces protagonizadas por Juliet Ashton que nos va contando cómo es la vida de una escritora londinense que se hizo famosa en la Segunda Guerra Mundial publicando crónicas de un personaje divertido para introducir una pizca de humor en esos sombríos años.
La acción de esta novela se sitúa al acabar la guerra, cuando la escritora tiene una importante crisis de inspiración y no sabe hacia dónde dirigir sus pasos. Entonces, le llega una primera carta que viene de Guernsey. una de las islas del canal de la Mancha. A partir de ahí se va desencadenando la acción que acaba siendo más lenta de lo que debería porque, como te digo, las cartas es lo que tienen.
De manera que el verdadero centro de la novela no aparece hasta bien entrada la mitad del libro y eso puede hacer que al lector se le abra la boca.
Y es que la literatura epistolar es muy complicada de trabajar, las cartas no suelen gustar a no ser que te las manden a ti y no sean de Hacienda. Las pequeñas gestas que se cuentan en ellas no suelen ser santo de la devoción del lector (seguro que estás negando con la cabeza, pero espera que viene la traca final).
Si encima no conoces de nada al personaje que manda las cartas —y son unos cuantos los que se suman a la correspondencia con Juliet—, la cosa puede acabar en la tragedia griega.
Y la novela se libra porque Juliet es una primera voz con nervio, divertida, que consigue que el lector siga leyendo a pesar de que al libro le sobren cartas.
Por qué escribir una novela epistolar
Y aquí entramos en el porqué. Qué razón te lleva a escribir un libro centrado solo en la correspondencia.
Que conste que no estoy haciendo una crítica negativa de la novela de Mary Ann Shafer y Annie Barrows, solo la utilizo para ejemplificar determinadas características de ese tipo de novelas.
Aún así, es cierto que hay otros ejemplos mucho más dinámicos que el que nos ocupa. Ahí esta Contra el viento del norte (Daniel Glattauer), también es una novela epistolar, pero basada en correos electrónicos y solo tiene dos voces en primera persona. Eso hace que sea mucho más rápida y no tenga tanta parafernalia cada carta como aquí (es decir, de quién a quién se escribe la carta, el lugar desde el que se escribe y todas esas formalidades). Además, el tono de esta novela se lleva bien con su estructura. Algo que, como veremos, no pasa en el pastel (por no poner todo el título).
Entiendo que en el caso de la novela de Shafer y Barrows, por la época, si querían introducir tantas voces en este género solo quedaban las cartas, pero también, digo yo, que se tenían que haber preguntado si esas primeras personas aportaban algo o se podían solventar de otra manera. En realidad, siempre hay que preguntarse por la idoneidad del método.
Las autoras tal vez pensaron que las cartas les iban a dar ese tono manso y empolvado que querían imprimir en la novela o dilatar determinadas acciones o datos.
El caso es que no tengo ni idea de por qué eligieron hacerlo así, pero sí sé que se elige este género por varias razones:
- Porque aunque se quiere dejar ver al personaje, no se quiere profundizar demasiado o no del todo. Ya que cuando escribes cartas no cuentas generalmente todo lo que te gustaría ni como te gustaría porque le estás escribiendo a alguien que lo va a leerte sin que tu estés presente y no sabes cómo va a interpretar aquello. En realidad eso es escribir. Así que ya sabes lo que cuesta contar las cosas para otros.
- Con todo, se establece un juego en el que la intimidad de cada carta depende del receptor, tal vez, ese juego también sedujo a las autoras de la novela que nos ocupa.
- También sirve para hacer saltos en el tiempo sin tener que justificarlos demasiado.
- O no mostrar toda la información que tienes justificadamente (ya sabes que las primeras personas y escamotear datos se llevan mal), pero aquí dependiendo de cómo sean las cartas puede hacerse. Y, con ello, conseguir ritmo o tensión al guardar esos antecedentes que no aparecen cuando deben.
- Otro posible motivo: te puedes permitir varias primeras personas que intervienen de una manera aleatoria, dependiendo de las necesidades que tenga la obra.
- Es una forma realista de plasmar lo que se tenga que contar. El hecho de que sean cartas le aporta cierta autoridad verosímil a la novela. Aunque con esto hay que tener un poco de cuidado porque no es una patente de corso para contar lo que sea y que parezca verdad.
Señales contradictorias
En este caso, la última razón podría ser esencial para que estas dos autoras hayan elegido la novela epistolar, aunque también es verdad que, por otro lado, el tono que utilizan, unido al título y las primeras cartas, puede lanzar señales contradictorias.
Me explico mejor: da la sensación de ser una novela ligera. La guerra pasa de ser un fondo a convertirse en la protagonista y el tono no ayuda a que se tome con la seriedad que requiere. Los campos de concentración y la Segunda Guerra Mundial tienen poco de feelgood y es muy peligroso contar atrocidades con olor a galletas de canela.
Aunque tengo que reconocer que una de las claves para que una novela con todo ese terror no se te caiga encima es ir introduciendo, de vez en cuando, puntos de luz, pero hay que medir muy bien.
Por eso, resulta una de las lecturas más chocantes que he hecho en mucho tiempo. Y deslumbrante, todo hay que decirlo. Aunque el lector puede pensar en algunos momentos que se banaliza con el horror. Así que Mary Ann Shafer y Annie Barrows se la juegan en este libro.
La única explicación que encuentro para meterse en tal fregado de primeras voces y tonos es que son dos. Aún así hay primeras personas que son indistinguibles, y qué quieres que te diga, es normal, aunque no me guste.
En resumen, este libro es una contradicción con hojas, porque al mismo tiempo este ir y venir de cartas de personajes diferentes es la salvación porque hace que la novela sea más dinámica de lo que sería sin ellas. Y también debo decir que algunas son memorables.
Puntos a tener en cuenta en una novela epistolar
En conclusión, si quieres escribir un libro epistolar, recuerda:
- Selecciona muy bien lo que cuentas (esto siempre, también es verdad, pero aquí más por el segundo punto).
- Olvídate de cartas largas; sobre todo, al inicio del libro.
- Si introduces más de una primera persona, asegúrate de que los tonos se diferencien y sean acordes a la personalidad de cada personaje.
- Las cartas son algo muy íntimo (pero no tanto y no siempre, como hemos visto), y necesitan un tratamiento exquisito. No debe ser una elección baladí.
- Si puedes utilizar correo electrónicos en vez de cartas, te ahorras muchos formulismos y, a nos ser que sea extemporáneo, mejora el dinamismo de la novela.
- La estructura ayuda a ralentizar la trama, en cierta medida, pero no te pases.
- Y, por supuesto, no las utilices para contar las cosas torticeramente porque el lector te va a pillar y, madre mía, qué disgusto.
Y, para terminar, siguiendo con este último punto, no hagas como en este libro; engañar al lector con uno de los personajes (no voy a revelar cuál para no hacerte spoiler), pero se podría contar algo revelador de ese personaje mucho antes y se espera casi al final para generar tensión. Lo que supone un plof importante para el lector. No lo hagas, por favor te lo pido.
¿Te gusta el género epistolar? Cuéntame por qué, a ver si me sacas del error.
Me leí el libro en un club de lectura, y a todo el mundo presente impresionó el modo epistolar, por el juego que dió a la hora de leerlo. Deja caer piezas de información para completar el puzzle final: plof. La película sobre el libro está bien, poniendo cara a los personajes, pero pierde el efecto de telegrama a telegrama, tipo partida de ping pong.
Hola, sí, es un puzle que a veces se atraganta, pero tiene su mérito teniendo tantas bombas alrededor que al final acabes disfrutándolo. Mil gracias por tu comentario. El género epistolar es lo que tiene. Un abrazo.
Completamente de acuerdo contigo, Yolanda. Yo tampoco pude con «la piel de patata», y como ya tengo una edad y no me da la gana de perder el tiempo con libros que me aburren, lo dejé a medias. Había leído opiniones maravillosas sobre él, y pensé que era yo, la rara (cosa que me sucede muy a menudo). Tampoco pude con «Un hombre a distancia», de Katherine Pancol, otro tostón epistolar al que no le encontré mas sentido que el lucimiento de los conocimientos literarios de la autora.
Como no soy editora, no sé argumentar por qué no me entra un libro, o un género, que también los hay, así que me alegra enormemente que una profesional ponga en palabras lo que yo, simple lectora, sólo puedo explicar desde el gusto personal.
Me encantan tus reseñas por el modo que tienes de diseccionar cada obra y de decir, sin pelos en la lengua, por qué está bien escrita, o por qué no, lo cual no tiene por qué coincidir con el gusto personal, que eso es otra cosa.
Un abrazo
Anna
Hola, me alegro que te gusten mis reseñas, es un ejercicio casi mágico diseccionar obras, siempre desde el respeto por el esfuerzo ajeno, pero la verdad es que es género epistolar tiene sus peligros y no son pocos. Mil gracias por tu comentario, me anima mucho. Un abrazo.
A mí el género epistolar me encanta, algunos de mis libros favoritos son precisamente de este género como por ejemplo Alexis o el tratado del inútil combate (es una única carta) de Marguerite Yourcenar, El color púrpura de Alice Walker o las mismísimas Amistades peligrosas de Pierre Ambroise François Choderlos de Laclos un autor del siglo XVIII que se con mucho más placer que la mayoría de los actuales.
Hola, Celina, hay obras maravillosas en todos los géneros, pero si no se capta el espíritu ni se saben manejar las herramientas de cada uno, la pifiada puede ser monumental.
Mil gracias por tu comentario.
Un abrazo enorme,