Cómo hacer una descripción sin que se le abra la boca al lector. Puntos esenciales
¿Cómo hacer una descripción sin que al lector se le abra la boca mientras la lee? A saber. Las carga el diablo. En serio, hay que medirlas y pesarlas. Y, por suerte, existen determinadas claves para conseguir que comuniquen lo que deben.
Cómo hacer una descripción para tu novela
Las descripciones requerirían un blog solo para ellas. Saber utilizarlas es un arte en sí. Lo mismo que elegir el lugar adecuado para introducirlas en una novela. Además, son la clave para que el lector consiga imaginarse ese universo que tienes en la cabeza y lo haga suyo.
Descripciones sin fin
Es un tema tan amplio que sería absolutamente utópico pensar que con un artículo podría abarcarlo ni en una milésima de su esencia. Para empezar porque hay muchas clases de descripción y todas tienen su ciencia particular.
No es lo mismo describir un paisaje que a una persona. Las reglas que rigen una no tienen nada que ver con la otra. No es lo mismo crear una atmósfera a través de la descripción que un contexto donde se desarrolle el tiempo y el espacio.
Como ves, las descripciones en una novela tienen su aquel. Yo las venero y prefiero que no estén a que se utilicen de mala manera. Por desgracia, ese es uno de los errores más comunes que se cometen a la hora de armar una novela. Descripciones por doquier o nada más comenzar a leer. Mátame, camión.
Puntos esenciales para utilizar bien las descripciones
En esta entrada me voy a centrar en algunas indicaciones esenciales. Aquellas que te pueden dar una idea de cómo utilizarlas bien. Luego, en otros artículos iré abordando los diferentes tipos de descripciones y sus diferentes tratamientos.
Fluidez del texto
Hay que tener en cuenta que después de años ideando un mundo (aquí te dejo un artículo que te dice cómo crearlo, por cierto), es comprensible que intentes por todos los medios plasmarlo tal y como tú lo tienes en la cabeza.
De ahí que muchas veces se utilicen las descripciones en una novela como verdaderos tostones que duermen al más pintado. Suena fatal esto que acabo de escribir, pero es que es lo último que se debe hacer.
Nada más lejos de la apetencia del lector que introducirse en un lugar donde el aburrimiento campa a sus anchas. Y es que, por muy interesante que sea ese escenario, si lo describes del tirón porque consideras que es necesario que se sepa de golpe tal y como es; lo que ocurrirá es que no se va a entender nada. Entre otras cosas, porque no prestamos atención a los datos que no sabemos para qué sirven.
Economía comunicativa en la descripción
La economía comunicativa es el principal factor a tener en cuenta cuando se describe algo. Si ya se ha dicho, jamás se vuelve a repetir. Esta es una regla de oro.
Aunque, como se verá más abajo, no hay que confundir este precepto (que suele funcionar, así a secas, para el resto de los elementos que componen una narración), pero que tiene sus matices en este campo.
Por ejemplo, hay descripciones que ocupan un párrafo; y son eternas, y otras que ocupan una página entera y da gusto leerlas. Eso se ve claro en Caballos Lentos, de Mick Herron. El segundo capítulo comienza con una descripción que podría resultar interminable, sino fuera maravillosa.
El secreto: lo que se cuenta se vehicula a través de acciones de personajes. Está tan bien hecho que no importa que esos sujetos que ven el escenario, sean anónimos. Abajo lo verás claro.
Muchas veces, si la descripción está bien hecha, el lector ni siquiera se da cuenta de que está ahí. De manera, que si tuviera que elegir una clave sería que el lector la interiorice sin saber que lo está haciendo; sin identificarla siquiera.
Haz que el lector ame lo que cuentas
Primero, tienes que enganchar al lector.
Luego, poco a poco, ir adentrándolo en ese mundo, desde la fluidez más absoluta.
Siempre vehiculando las descripciones a través de los personajes o, en su defecto, el movimiento.
Por ejemplo: tenemos que presentar a Ana, vive en una distopía, allí todo es rojo, el verde ha desaparecido desde hace siglos por el cambio climático. Se enfrenta a todo bicho viviente por conseguir agua y alimento.
El desierto era rojo, había rocas de diferentes formas diseminadas a la espalda de Ana. Ella era alta y delgada y comía un mendrugo de pan seco. Le dolía la garganta con cada bocado y tenía mucha sed. Iba muy sucia y su ropa estaba hecha jirones. Había animales inmóviles echados al fuerte sol. Ana sintió un ruido extraño, tenía mucho miedo por si la atacaban de nuevo.
Otra manera de hacerlo:
El rojo lo poblaba todo. La arena, las rocas y hasta a la propia Ana, que achinaba los ojos para guarecerlos del sol inclemente. Sentía un calor agonioso en las piernas, tan largas que apenas podía cubrirlas con los harapos que colgaban de sus hombros. Mientras comía, se preguntaba si aquellos animales despanzurrados a su derecha estarían vivos. Aquel mendrugo, por llamarlo de alguna manera, bajaba por su garganta imprimiendo un doloroso camino. Su sabor a tierra la asqueaba. Si al menos tuviera agua, pero no se acordaba de cuánto hacía que no se lavaba. Una gota bastaría para saciar aquella sed.
¿Qué era ese ruido? Se giró hacia el laberinto de piedras. Si la encontraban de nuevo, volvería al infierno.
Como decía antes, no siempre es mejor la brevedad, las descripciones deben ir acompañadas de acción, pensamiento y vida. El personaje es el que vive el lugar, está dentro de él y se transmite desde todos los sentidos porque él debe ser el centro de la descripción.
Seguramente, leyendo el segundo texto, seas más consciente de la situación desesperada de Ana. No porque sea más largo, sino porque todas las palabras empleadas en la descripción (la de ella, el paisaje y la situación) están ligadas, unas a otras. Consecuencias y causas, juntas hacen que se cree un clima, una atmósfera que te ancla a ese personaje y que lees sin enterarte.
Prioriza los datos
Otro detalle muy importante es jerarquizar. Como decía antes, no se puede describir todo a la vez. Así que es necesario priorizar.
Qué detalles son más definitorios de un lugar, un personaje o un ambiente. Piénsalo y luego comienza por ahí.
Está claro que si el personaje tiene los ojos azules y quieres decirlo, no puedes esperar mucho para mostrarlo. Ya que, en caso contrario, el lector se lo imaginará como quiera. Y cuando des ese dato más tarde, le desmontarás el personaje al completo.
En muchos casos, detrás caerá también la trama, sobre todo, si el personaje es uno de los protagonistas. Entre otras razones, porque el lector comenzará a desconfiar de las artes del narrador.
Hay algunos escritores que, imagino que por saltarse esta norma o por descuido (nunca se sabe y ahí está el problema), describen rasgos definitorios de los personajes a mitad de obra o incluso al final. En estos casos, se exponen a que la novela se vaya a pique cuando ya han conseguido que el lector se enamore de los personajes y de ese universo (si es que lo han conseguido, claro). Así que mucho cuidado con los experimentos.
Cómo describir un personaje
Además de los detalles prioritarios como el color de ojos o datos relevantes que deben contarse al principio, una de las claves que hay que tener en cuenta es que no se puede hacer de golpe.
Uno de los errores más comunes de las novelas es que, sin que el lector conozca de nada al personaje (o sea al inicio), su autor se lance a describirlo por completo. Resultado: varios párrafos soporíferos que, en ese momento del libro, a nadie le importan un pimiento.
Si el lector no conoce al personaje, le da igual cómo sea, así que no interioriza nada de lo que le estás contando y lo único que piensa es que menudo tostón de libro.
Para describir a un personaje debes tener muy claros todos los datos que vas a transmitir de él, todos. Organízalos por prioridad y ve trufándolos poco a poco en el primer tercio del libro. Funciona muy bien que otro personaje nos lo cuente y también ir hilvanando poco a poco matices. Así consigues tener descripciones imperceptibles que cumplen de manera eficaz con su función.
Descripción de lugares en una novela
Otra clave para conseguir buenas descripciones es hacerlo de manera ordenada, sobre todo cuando tienes que describir espacios. Es decir, de dentro afuera o al revés, dependiendo de dónde se sitúen los personajes. De lo general a lo particular.
Por ejemplo, si tienes que describir una habitación, céntrate primero en dónde se sitúa el personaje o personajes que están dentro de esa habitación. Puede ser también un objeto. Siempre que se muevan o estén vivos, funciona. Después, ve describiendo lo que necesites.
Un regla de oro: si ya has pasado por una zona (de lo que sea que estés describiendo), no puedes volver; a no ser que allí caiga un meteorito.
Dar vueltas por el espacio para describirlo, con idas y venidas, lo único que consigue es que la mente del lector se vuelva loca y acabe componiendo aquello como pueda. Y, seguramente, no será como tú querrías que lo hiciera. Consecuentemente, cuando el personaje o personajes comiencen a moverse se va a armar la marimorena.
Ejemplos:
La habitación era amplia con un sofá rojo en el lado izquierdo y una mesa redonda en el centro, las paredes estaban pintadas de blanco. También había una chimenea en la parte contraria al sofá. Y las sillas estaban entorno a la mesa. Encima del sofá había un cuadro con rosas rojas.
Entré en la habitación, un espacio muy amplio donde el blanco lo inundaba todo, excepto el sofá y un cuadro colgado encima, plagado de rosas, también rojas. Me senté y comprobé que la distribución no era de mi agrado, la mesa redonda limitada por sillas, ocupaba el centro de la estancia y era un estorbo. Apenas me dejaba ver la chimenea.
Lucía entró en la amplia habitación donde predominaba el blando de las paredes y observó un cuadro de rosas rojas que resaltaba y hacía juego con el sofá que tenía debajo. Le apeteció sentarse y acariciar la tapicería. Pensó que era una espacio acogedor, solo había que apartar un poco más la mesa y las sillas hacia una de las paredes, para poder disfrutar desde donde estaba de la belleza de aquella chimenea, situada en la pared contraria.
Tres descripciones diferentes del mismo espacio: dos en tercera persona y una en primera. La única que no tiene ninguna fuerza es la primera que describe de manera desordenada y aséptica la habitación. Y demuestra que siempre que las descripciones se vehiculen a través de un personaje serán mejor recibidas e interiorizadas.
No mates la imaginación del lector
Debes dejar que el lector haga suya tu novela. Siempre. Eso implica que tienes que elegir bien cómo describes y dejar libertad a la imaginación del lector.
Nada mejor para un libro que un lector que se defrauda con la película que lo adapta. Eso significa que lo ha vivido de tal manera que nadie puede hacerlo por él.
Así que describir profusamente mata la imaginación del lector. Deja que vuele. Cuanto más lo haga, mejor. Para ello, describe lo imprescindible y déjale al lector el resto.
Selecciona bien las palabras que utilizas
Para terminar con las descripciones en una novela, por ahora, decir que es muy importante seleccionar cada una de las palabras que se utiliza en ellas. Ten mucho cuidado con los adjetivos y las connotaciones que llevan adosadas cada uno de ellos.
En literatura siempre hay que seleccionar bien, pero en este caso más aún, porque las descripciones suelen llamar al aburrimiento a gritos. De manera que si no haces una buena selección, buscando palabras que sean lo más exactas posible para crear un buen clima, que te ahorre muchas otras, perderás una gran oportunidad.
Por ejemplo, si quieres transmitir que una habitación está sucia, no hace falta describirla al completo, basta dar unas cuantas pinceladas para que el lector y su imaginación hagan el resto. Por ejemplo, cuando el personaje se sienta en una silla, se levanta una nube de polvo o que al caminar sus zapatos se quedan pegados al suelo.
Y hasta aquí el artículo, ahora, te toca a ti: cuéntame cómo te va con las descripciones.
¡Hasta la semana que viene! 🙂
Muchas gracias por el artículo. Ha sido muy interesante.
En mi opinión: una descripción supone un tejido apretado de acciones, concreción y sensorialidad.
Las descripciones deben generar imágenes en la mente del lector; y un modo eficaz de lograrlo es recrear físicamente algunas abstracciones, sin mencionarlas.
Las descripciones han de ser ágiles e incidir en el avance argumental.
Me molesta cuando algunos autores ejecutan descripciones sin un porqué, para demostrar la amplitud de su vocabulario y su conocimiento de las figuras retóricas.
Tampoco me gusta cuando resumen y describen una misma información; ni cuando mencionan una abstracción, y acto seguido la recrean. El lector necesita su espacio.
Hola, Carol, mil gracias por el comentario. Me encanta que te haya gustado el post. Y tienes toda la razón, las descripciones son muy importantes, pero hay que medirlas muy bien a la hora e hacerlas. Nada peor que encallarse en una descripción sobre algo o alguien que al lector aún no le interesa. El lector le encanta llegar solo a sus propias conclusiones, hacerse una idea de cómo son los personajes poco a poco, a medida que su interés va creciendo por ellos. Que sean únicos para él. Eso solo se consigue midiendo cada uno de los datos que se da y teniendo en cuenta el contexto en el que se ponen, dependiendo de el punto en el que se encuentra la trama. Un abrazo 🙂
Es algo que siempre me han preocupado, las descripciones. Hay veces que te dicen, «cuenta, no describas», otras te hablan de la belleza de las descripciones, conque te dejan en la duda. Este artículo me ha ayudado a verlo más claro. Interesante.
Me alegro un montón, las descripciones son básicas, pero también pueden ser letales. Un abrazo.
Una maravilla de artículo con unas pautas claras a seguir. Me ha resultado muy útil 🙂
Hola, Silvia, me alegro infinito. No sabes la alegría que me da cada vez que en un comentario alguien dice que le he ayudado. Mil gracias por leerme y por tomarte tu tiempo en escribir lo que te ha parecido, es imprescindible para saber que voy por el buen camino. Un abrazo enorme,
Muy interesante el artículo y vital. LAs descriupciones ayudan a que el lector pueda hacer suya su obra, pero cuando se exageran puede tornarse cansonas. Creo que el secreto está en identificar qué es lo que el lector necesita conocer en este momento, para que no suene forzoso y agotado la descripción dle sitio. Y el juego de describir con el movimiento del personaje es perfecto. ¡Gracias por este artículo!
Hola, Carolina, me parece una definición perfecta. Aprender a detectar qué detalles le gustaría saber al lector, aunque también es cierto que cuanto más nos gusta un personaje o un lugar, más nos apetece poner nuestro toque para que acabe siendo ideal para nosotros. Si te enamoras de un personaje, acabas haciéndolo tuyo, por eso la descripción exhaustiva, salgo en raras excepciones, no conviene en una novela. Mil gracias por tu comentario, da para un post más para disertar sobre qué necesita el lector en cada momento. Un abrazo.
Me parece fenomenal el artículo, no cambies Yolanda, un abrazo
Gracias, me alegro que te guste. Por lo de cambiar, pierde cuidado. Un abrazo.
El artículo es muy interesante, porque es muy importante una descripción adecuada, que no atosigue al lector, pero que le haga entrar en materia. Un abrazo, Yolanda.
Hola, cuánto tiempo sin hablar, mil gracias por tu comentario, me alegro que te haya gustado el artículo. Te mando un abrazo enorme 🙂
Mostrar y no decir, sería algo así, ¿verdad?
Gracias!!!
Hola, no entiendo muy bien la pregunta, mostrar es ver al personaje en primer plano actuando o hablando; narrar es contarlo. Depende del quién tiene el protagonismo, el narrador o los personajes, se está haciendo una cosa u otra. Un abrazo enorme.