Luis García Montero. Entrevista por su poemario: A puerta cerrada
Estoy enamorada de Luis García Montero, para qué lo voy a negar. Enamorada de él como poeta, escritor y, sobre todo, como persona, pensador y filósofo. Todas sus palabras son bellas y entrevistarlo se ha convertido, a lo largo de los años, en una asignatura obligada que no me perdería por nada del mundo.
Luis García Montero: «Es un libro escrito contra la injusticia».
En esta ocasión, el escenario fue el mismo que hace cuatro años, las diferencias, demasiadas. Entonces tuve todo el tiempo del mundo para entrevistarlo, charlar con él largo y tendido y, por esas casualidades de la vida, hasta comí con él y otros escritores. Una pasada. En esta ocasión, cinco minutos tuvieron que bastar para preguntarle lo más esencial. Aún así, siempre es una experiencia maravillosa hablar con él. Sus palabras son oro. Hasta en los momentos de más estrés habla bien, con cariño, con atención, como si fueses parte de su vida.
Su nuevo libro A puerta cerrada (Visor) es una delicia aunque, según sus palabras, sea el resultado de una crisis global: política, social y también personal. Sabiduría, dulzura, esperanza y mucho análisis es lo que te vas a encontrar en este libro totalmente recomendable, como todos los suyos, y en esta entrevista. Aprovéchala.
¿Es un libro de crisis?
Es un libro de crisis en un sentido amplio. Tanto de la crisis económica que ve la sociedad, como la crisis de la democracia, de los valores y también es la crisis de una persona que va a cumplir 60 años. Que se encuentra con que muchos de sus sueños no han sido posibles y que hay una realidad que no le gusta. Y es la crisis de alguien que está acostumbrado a dudar de sí mismo. No me gusta la poesía de sermón, pensar que los otros son los culpables y uno es inocente. Si me cierro en mi casa es para preguntarme qué tipo de responsabilidad tengo yo en este suspenso general que creo que se merece la sociedad en la que vivimos.
¿La poesía es el lugar adecuado para contar la verdad?
Me parece que sí, sin duda.
¿Es un libro para canalizar la indignación?
Es un libro escrito contra la injusticia, contra el cinismo, no todo da igual, no todo es relativo.
¿Cómo definirías tu trayectoria poética?
La de un muchacho que se hizo lector en la adolescencia, en la Granada de los años 60. Que escribe porque se emocionó leyendo a García Lorca, a Rosalía de Castro, a Pablo Neruda, a tantos y tantos autores. Uno se va haciendo con los libros que va leyendo porque forman parte fundamental de la vida. Yo he escogido una tradición bien representada por Antonio Machado. Una poesía escrita con conciencia cívica. Una poesía que no cree que los poetas utilicen un lenguaje distinto a los demás, sino que utilizan de la manera más personal y más matizada el lenguaje de todos, que es el lenguaje de la gente. Una poesía no escrita por un elegido de los dioses, sino por un ciudadano.
¿Cómo ha sido el proceso creativo de este libro?
Lento porque conforme se van cumpliendo años uno no quiere repetirse y porque no quería fuese un libro de crisis pesimista. Tenía que encontrar razones para descubrir esa parte de alegría, de bondad, que tiene también la vida. Y, en los tiempos que corren, tardé en encontrar horizontes de alegría en el mundo en el que vivimos. Al final, me lo dio el amor y la literatura que son las maneras de resistencia que he encontrado en mi vida.
¿Cómo lo has hecho, te pusiste a escribir y te diste cuenta de que todo lo que habías escrito tenía ese sentido; o querías escribir sobre eso y te pusiste a ello?
Así, más o menos, se escriben los libros, con intención, pero sin un guion fijo. Empecé a escribir algunos poemas y me di cuenta que tenían como razón unitaria el sentimiento de crisis social e individual. Así, poco a poco fui escribiendo intentando buscar esa unidad que tienen los libros. A mí me gusta que los poemas funcionen por sí mismos, pero que el libro componga una unidad. Así que de alguna manera el estado de ánimo provoca esa unidad y después el trabajo literario la perfecciona.
¿Qué tiene que tener un buen poeta?
Creo que vocación, pasión y capacidad de admiración a lo que han escrito los demás. Eso te hace heredero de un legado superior al propio talento que es el legado de la literatura y la escritura. Y, después, la suficiente inteligencia para no perder la conciencia crítica y para apostar por un trabajo que consideras necesario en la sociedad en la que vivimos.
¿La poesía puede ser la lucha de la belleza contra la fealdad?
La poesía no puede desconocer el dolor, no puede desconocer la fealdad. Puede ser el intento emocional de mirar al dolor, a la fealdad, también a la alegría y a la felicidad e intentar convertirlo todo en una experiencia de belleza. La belleza que no sea solo el decir esto a mí me gusta, sino el querer compartir algo que todos podemos decir que es bello. En el fondo, la palabra belleza mantiene un componente de solidaridad que a mí me gusta.
¿Qué te gustaría que pensara el lector cuando acabara de leer el libro?
Me gustaría que lo hiciese suyo. Escribimos para que el lector habite en el libro y la historia del poeta se convierta en su propia historia. Que le ayude a pensar en los conflictos de la vida y en las responsabilidades que uno tiene.
Me recuerda Huis clos, de Sartre; literalmente «a puerta cerrada», que es lo que gritan los ujieres en el palacio de Justicia.
El infierno son los otros, la crítica a la sociedad de aquel entonces, el mundo de apariencias y relativizar todo, el inocente y los culpables en la sala…
Ya sé que no es la misma obra; pero me imagino el paso de teatro a poesía y me gusta.
Sí, está puesto con toda la intención. Muchas gracias por tu comentario, Francisco. El libro es una maravilla. 🙂