Cómo retomar la escritura tras un parón
Cómo ponerte a escribir sin darle más vueltas. Es posible que octubre nos haya pillado con el pie cambiado. Septiembre ha pasado sin pena ni gloria y aún no nos hemos metido de lleno a escribir. El verano es una época dura en ese sentido. Así que tal vez aún no hayas tecleado demasiado. Aquí te traigo algunos consejos que te ayudarán a ponerte de nuevo en marcha.
Cómo volver a escribir como una flecha
Este artículo lo escribí justo a la vuelta de verano para mis suscriptores, ya sé que aquí llega un poco tarde, pero alguna ventaja tiene que tener estar suscrito a mi boletín de noticias. Si quieres recibir en exclusiva artículos como este, no dudes en apuntarte en este enlace. Además recibirás un manual cortito y conciso de cómo escribir un libro. ¡Venga, a por ello!
El caso es que la preocupación no te abandona, aún no te has puesto a escribir por muchos artículos motivadores que has leído (aquí te dejo uno que complementa con este a la perfección). Sientes que esa historia que tienes a medias, terminada o aún por empezar se va perdiendo como arena entre las manos solo porque no te decides a ponerte a escribir de una manera asidua, día tras día.
Te entiendo mejor de lo que piensas, todos hemos pasado por ahí en algún momento, así que voy a darte los consejos que intento aplicarme a mí misma en esas situaciones. Vamos allá.
Este artículo tiene tres fases: consejos que le sirven a todo el mundo para motivarlo a hacer algo, escriba o toque la armónica; indicaciones generales solo para escritores y recomendaciones específicas para el momento exacto de tu proceso creativo.
Consejos generales para volver a escribir
Vamos con los primeros. Haz como si fuera la primera vez que los lees que me hace ilusión. Como si no los hubieras visto en los 100.000 artículos que hay sobre el tema en internet, venga:
- Vuelve a comer bien.
- Acuéstate a tu hora.
- Procura dejar la cervecita.
- Haz un poco de deporte.
- No te ofusques, a nadie nos gusta volver de vacaciones.
- No te castigues, es normal que te cueste.
- No te exijas más de lo que puedes dar.
Todo esto te va a ayudar un montón a volver a la rutina casi sin darte cuenta. Además, no es tan malo, la vida es rutina, deja ya de pensar que lo mejor de vivir son las vacaciones o las grandes aventuras. No, tu vida es el día a día, procura darte, al menos, un gusto cada 24 horas.
Consejos generales para escritores
Crea una rutina de escritura, puedes usar el calendario de antes del verano si te ha ido bien y tienes el mismo horario vital. Eso sí, si no escribías más de una vez a la semana y llevas cinco años con la novela, por ejemplo, no vale. Lo que necesitas es mandarme un correo y te ayudo.
En caso de que no te gustara el anterior o ya no te sirva, hazte uno acorde con el tiempo que puedas dedicar a escribir. Sé realista y marca con conocimiento de causa las horas. Es mucho mejor que sea una hora todos los días que diez seguidas un día. Aunque eso depende de cómo sea la obra y de lo que tú necesites, así que aquí piensa tú.
Ante todo, constancia
Una vez que tengas claro el tiempo que puedes dedicar a la semana, cuando llegue ese momento, te sientas delante del ordenador. Sin excusas. Obviando esa voz que en tu cabeza te miente. Esa que dice que tienes otras cosas que hacer. Cierra tu mente al exterior, por completo. Olvídate de todo y ponte a escribir. El día que no puedas escribir, repasa personajes, documéntate, lee sobre lo que estás escribiendo o corrige lo que ya tienes escrito. Sigue ese calendario a rajatabla y sáltatelo solo por fuerza mayor.
Una vez hayas establecido la rutina, será más difícil que la interrumpas. El primer mes es vital para ello.
No te presiones
No tienes que alcanzar las 5.000 palabras diarias. Debes escribir casi siempre que te sientes, pero no te pongas objetivos que no puedes cumplir o te presiones para escribir escenas como si fueran churros. La historia tiene sus propios tiempos, hay escenas que fluyen y escenas que tu cerebro necesita más para escribirlas, no lo agobies.
Lo mismo ocurre con libros de otro tipo, como los ensayos, hay veces que tienes claro por dónde ir y otras que no encuentras el quid para que un tema sea tan redondo como quieres. Tu cerebro, aunque no lo sepas, está buscando soluciones, déjale que las encuentre a su tiempo, sin presionarlo demasiado.
Escribir no es una cuestión que se pueda acotar en el tiempo, cada libro tiene sus márgenes y debes respetarlos.
Con esto no estoy diciendo que si no te apetece sentarte a escribir te vayas de cañas o a poner lavadoras. Todo lo contrario. Tú te sientas a trabajar y empleas ese tiempo en la obra, aunque no estés avanzando.
Gestiona el miedo a no hacerlo bien
Y, lo más importante, olvídate del miedo a no hacerlo bien. Quieres que todo sea perfecto y esa presión te paraliza porque piensas que hoy no es el día. Eso es una soberana estupidez, le estás haciendo caso a esa voz que miente. Es mala. Tú puedes. Seguro que no es el día, pero es que casi nunca lo es y si no te sientas no lo vas a saber tampoco. Escribe sin preocuparte por eso. Total, nada va a ser redondo hasta que no lo corrijas, es así. La verdadera magia se hace en la corrección. Palabra de editora.
Consejos específicos para tu proceso creativo
Ahora vamos a lo específico para tu proceso creativo, a ver cómo vas con tu libro o tu posible libro. Después de darle vueltas al tema, he llegado a la conclusión de que hay cuatro hipotéticas situaciones en las que puedes estar:
- Cuando te fuiste de vacaciones tenías una obra a medias
- Te fuiste con el libro terminado y ahora toca corregir.
- Te fuiste con una buena idea que aún no has llevado a la práctica.
- Te fuiste como has venido, sin nada.
Tienes una novela a medias
Si estás entre los que se fueron de vacaciones con una novela a medias, encomiéndate a lo que sepas… (es broma, pero poco) Va a ser complicado que te reenganches a escribir sin más. Debes volver a leerte al menos los últimos capítulos, yo iría más allá y me leería todo lo que tuviera escrito. Si has hecho bien los deberes en vacaciones, no habrás pensado en nada y tu cerebro te lo va a agradecer con unas escenas fabulosas, pero aún le vas a tener que ayudar un poco más para que pueda dar lo mejor de sí mismo. ¿Qué mejor ayuda que ponerlo en antecedentes?
Sí, ya sé que llevas unos días en una situación tensa: tus personajes te miran inquisitivamente y levantan los brazos con las palmas hacia arriba. Encogen los hombros y se preguntan qué diablos estás haciendo. Están hartos de estar todo el verano sentados en aquel sofá, con aquella conversación a medias, en pleno duelo tras el abandono de su amante o, peor, a punto de morir atropellados por un autobús. Y mientras, tú no paras de dar vueltas por la casa, incapaz de sentarte a solucionar sus problemas. No sé si te perdonarán, pero hay que intentarlo.
Si estás escribiendo un ensayo
Si esto te suena a chino porque estás escribiendo un ensayo, no te preocupes que para ti también hay. Los temas están igual, necesitan un hilo conductor que no llegó antes y que ahora se te ha escapado o no sabes por dónde vas literalmente. Solución: vuelve a leer los últimos capítulos. Si las musas, esas malnacidas, no vienen; ponte a leer desde el principio y deja que tu cerebro haga su magia.
Y dirás, pues vaya a todos nos dice lo mismo, pues sí. Es que en esa situación no hay más que decir, no hay fórmulas mágicas, ni secretos que te ponen en órbita en un segundo. No queda otra que releer.
Lee lo que ya tenías escrito
El caso es que si te sientas delante del ordenador como siempre, verás que a los pocos minutos ya no te acuerdas de nada. Así que abre la obra y ponte a leer, no te preocupes, no estás perdiendo el tiempo, en absoluto, estás ayudando a tu cabeza a seguir creando, estás dándole más leña para que su fuego sea intenso. Vas a hacerlo muy bien después. Hazme caso.
Has perdido a tus personajes
Si dejaste la novela a medias, pero tus personajes se han ido también de vacaciones para no volver, lo vas a tener mucho más complicado. Suele pasar cuando aún no has creado suficientes vínculos con ellos. No los has construido muy allá y se desdibujan en cuanto te das la vuelta. Así que después de leer todo lo que habías hecho, comienza a pensar en cómo son todos los personajes. Ya que no lo has hecho antes, lo tendrás que hacer ahora. No pasa nada, vas a conseguirlo. Solo tienes que ponerle un poco más de voluntad.
A veces pasa, sobre todo cuando es tu primera novela. Nada que no se pueda solventar con interés y ganas. Así que vamos a allá. Haz una especie de ficha con los personajes, anota todo sobre ellos y haz un esquema de su vida. Después, estructura la novela. Un sencillo esquema servirá. Sé que es un tostón, pero si quieres escribir algo bueno, debes preparar bien el escenario. Si perdiste de vista a tus personajes, es que no has hecho buenos cimientos y los tienes que rematar ahora.
Debes sacar esa historia de tu cabeza y lo vas a hacer. Piensa en la sensación de haber terminado, en cómo te vas a sentir cuando tengas tu libro entre las manos, eso te impulsará a volver a establecer rutinas.
Te toca corregir
Si te fuiste con el libro terminado y ahora toca corregir, estás de enhorabuena, solo tienes que buscar la rutina de nuevo, no desatiendas los primeros consejos que te doy, son importantes. Piensa que lo has hecho muy bien. De hecho, si aún tienes a todos los personajes mirando de frente, si te siguen mandado señales, si recuerdas perfectamente la historia, déjala y ponte a hacer otra cosa. La obra aún no está preparada para que la corrijas.
Ya tienes la idea para ponerte a escribir
En el caso de que te fueras con una idea en la cabeza también es mucho más sencillo. Solo tienes que establecer una rutina y, sobre todo, prepararte bien para comenzar a escribir. No quiero oír hablar de personajes que se deslucen a la primera de cambio; de estructuras que se desmoronan. Hacer estructuras previas es un rollo añadido, perfilar personajes también, pero al menos en tu cabeza debes tener todo eso listo antes de ponerte.
Antes del parón aún no tenías nada y ahora tampoco
He dejado para el final la última situación hipotética. Si estás en este punto no te viene mal leer lo anterior. Y es que antes de las vacaciones no tenías nada y ahora tampoco. Lo más que consigues son vagas ideas que van y vienen, pero que nunca consigues llevarlas a cabo. En este caso, no tengo suficientes datos para ayudarte. No tengo aquí una bola de cristal que me dice qué debes hacer así sin saber nada más de ti.
Creo que cuando pasa eso es porque no hay una verdadera pulsión para escribir, falta algo. Puede haber miles de razones para que te encuentres en esta situación y, tal vez, no tengas esa necesidad o simplemente necesitas un empujoncito de nada para ponerte, pero no quiero aventurarme en ninguna dirección sin conocimiento de causa. Escríbeme si quieres y lo vemos con detenimiento.
Concluyendo, manos a la obra.
Y hasta aquí estos consejos para que te pongas a escribir como alma que lleva el diablo. Espero que a partir de hoy vueles sobre el teclado y me lo cuentes. Dime si te ha ayudado este artículo y si tienes alguna duda, escríbeme a proyectos@eltinteroeditorial.com
¡Hasta la semana que viene!
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