Seleccionar las palabras para escribir bien
Seleccionar las palabras para escribir bien es clave si quieres ofrecer al lector una buena novela. Una cuestión fundamental para hacerlo bien. En esta entrada voy a tratar de explicar la importancia que tiene y cómo conseguirlo con casos prácticos.
Selección de palabras para la buena escritura
Desde que comencé a leer, no he parado. Tengo cuarenta y seis años. Llevo siete dedicada en cuerpo y alma a la edición. En mi cabeza se han almacenado todas esas estructuras y formas de crear que me han emocionado en algún momento.
Por qué elegir tanto las palabras
Un sedimento que es compacto y que solo aparece cuando mi día a día lo necesita. Es decir, puede ser que ni siquiera sepa que puedo cambiar una estructura, y por qué, hasta que no la tenga delante y vea esa necesidad. Así funciona mi cerebro. Con alarmas que me indican cuándo y cómo tengo que actuar. Es algo inmediato, pero impredecible. Difícil de explicar. Tanto que muchas veces me paso un día intentando explicarme a mí, para luego explicárselo al autor, por qué eso (pon el nombre que quieras) no puede estar ahí o debe ir en otro sitio. Nunca me rindo, siempre lo explico, pero es complicado en algunas ocasiones.
De manera que llevo mucho tiempo dándole vueltas a este tema. Quiero tratarlo con rigor. Así que he tenido que hacer un ejercicio de profundización en mí misma importante. De momento, no sé si he salido bien parada. Juzga tú.
Y como sé que este artículo va a crecer con el tiempo, me voy a centrar en unas pocas funciones de la selección de palabras y en ofrecer un conjunto lo más ordenado posible.
Por qué no seleccionamos bien
Uno de los errores más comunes a la hora de escribir es no seleccionar las palabras para escribir bien. Esas que utilizamos para expresar lo que tenemos en la cabeza. Es una situación que tiene que ver con determinadas circunstancias. Después de años siendo editora, voy a enumerar unas cuantas:
- Quieres terminar de una vez el libro
- Tienes prisa porque piensas que todo eso que llevas en la cabeza se te va a olvidar
- Piensas que ya volverás y corregirás todo
- La impaciencia te puede, te dejas llevar por la escena y no pones atención.
Consecuencias inmediatas en tu escritura
Entonces, te encuentras con que muchas de las escenas que has escrito en tu novela no tienen la profundidad que requieren. Les falta algo, los personajes no evolucionan como deberían. En la trama hay algo que chirría todo el tiempo y le impide al lector ver lo que tú ves. Es posible que tu problema sea que no has reparado en seleccionar las palabras precisas para expresar cada una de las emociones, acciones y matices. Solución: cambiar y/o eliminar todas las palabras que no expresen exactamente lo que tienes en la cabeza. Tan sencillo y tan difícil.
Las palabras llevan adosadas un montón de connotaciones. De la combinación con otras, que tienen las suyas propias, resulta una escena determinada. Un universo. La nitidez del mismo depende de la selección que hayas hecho. Y no tendrá nada que ver con el que resultaría de los sinónimos de esas mismas palabras.
Y te quedas tan pichi
El poder de un verbo
Voy a poner un ejemplo de una escena que podrías tener en tu cabeza: la protagonista se da la vuelta y corre.
Puedes escribir esta escena de enésimas formas. Cada uno elegirá una u otra dependiendo de todas las connotaciones que su cabeza le haya añadido. Por ejemplo, si el personaje está asustado o no; y en qué medida. Si está esperando a que venga alguien más. Un enemigo o un amigo. E infinitos matices que están en tu imaginación plasmados a la perfección.
Piensa en todos ellos y elige bien cómo lo cuentas. Cada palabra debe ofrecer todos esos matices. Aquí lo más importante es la elección y la economía comunicativa. (Te dejo un enlace que amplía esto)
Estarás diciendo que esto es complicado y que si lo hicieras con todas las escenas no terminarías nunca, pero comienza a tenerlo en cuenta y verás cómo en poco tiempo tu cerebro sabrá hacerlo solo. Porque no es lo mismo contarlo de una manera que de otra. Por ejemplo:
Luisa sale de allí por piernas, eso está claro, pero lo que entiende el lector cuando lee estas dos frases son cosas diferentes. Con la primera siente la velocidad, la rapidez, se cuenta de una, sin pausas, va al grano: huyó.
En el segundo caso, el lector ve volverse a Luisa, se añade más tensión, sin restarle tampoco rapidez y al decir escapó se transmite un nuevo matiz muy importante: el lector entiende instantáneamente que está atrapada en algún sitio. No es lo mismo huir que escapar. El último verbo significa que sale de algún sitio que no le gusta demasiado.
Aunque parezca una tontería, solo con esta diferencia el lector crea también en su mente matices diferentes que, a su vez, construyen esa atmósfera intangible, pero clave, para el tono de la novela. Esa que hace que unas escenas estén bien hechas y funcionen, y otras no.
—Ya estoy harta, me he caído diez veces para nada
—Venga, que ahora seguro que se inspira
Elegir palabras y el tono de tu novela
Y es que la selección de palabras tiene mucho que ver con el tono y con la atmósfera que tendrá ese universo que estás preparando para el lector.
A veces, no sabes por qué te gusta esa novela, pero te gusta estar allí, en ese universo. Ahí es donde entra en juego el tono. Y en esa atmósfera participan todas las connotaciones que llevan adosadas las palabras.
Una manera clave para elegir bien las palabras es conocerlas, saber qué poder tiene cada una. Preocuparnos por ellas. No es lo mismo un verbo, poderosísimo, que un determinante, con mucho menos significado. Al mismo tiempo, por ejemplo, emplear «un» o «el» puede cambiar el sentido de una frase por completo y hacer que al lector se le caigan todos los palos del sombrajo.
Entender la jerarquía de las palabras
Lo explico: no es lo mismo decir una mesa que la mesa, eso está claro. Dependiendo de contexto, la mesa puede ser muy importante para el personaje y te está contando muchas cosas de su relación con él. Es esa mesa y no otra. Tiene una historia en esa trama. Su hilo viene de mucho antes que el ahora. Si dices una mesa, la despojas de todo ese bagaje. De toda la complicidad que tiene con el protagonista.
Parece casi magia que una sola y minúscula palabra contenga tantos matices y significados. Así que imagina otra con más enjundia. Esas tienen superpoderes galácticos. Por ejemplo, un adjetivo que lo carga el diablo.
Introducir personajes
Otra de las claves de una novela en la que tiene mucho que ver esa selección de palabras es en la construcción de personajes. Cómo conseguimos darle vida propia a un personaje que es secundario, por ejemplo. Uno muy secundario. Acaba de entrar en escena. El lector no lo conoce de nada, pero tendrá un papel fundamental en la trama. Al menos, en la de esa escena.
Hay personajes que tienen un destello fulminante en una novela. Cómo se hace. Eligiendo bien cómo lo presentas. Cuidando cada una de las connotaciones de las palabras que vas a seleccionar para hacer ese párrafo. En definitiva, seleccionar las palabras para escribir bien. Es la manera de asegurarte de que el lector va a entenderlo a la primera y de que su papel estará bien justificado.
Por ejemplo, vamos al más difícil todavía. Tenemos a dos carceleros que serán los protagonistas de la escena, solo de esta, su intervención es clave para salvar al protagonista, pero hay que jugar muy bien con el lenguaje para que el lector entienda diferentes cosas.
Seleccionar las palabras para escribir bien
La primera de ellas es que se justifique bien que vayan a salvar al protagonista. No puede ser que el lector entienda que nos los hemos sacado de la manga porque no tenemos la suficiente solvencia para buscar otra forma de rescatar al personaje.
Para hacer eso, debe ser lógico que tomen esa decisión siendo carceleros. Hacer que esa acción deje de ser una contradicción en sí misma. ¿Cómo lo explicas en un párrafo? Que esos personajes que no conoce el lector de nada, de repente, se pongan de nuestro lado. Vamos allá.
«Sebastián había sido adiestrado para vigilar las celdas, se paseaba de un lado a otro, como si el león enjaulado fuera él. La bebida y las palizas continuas, las que él daba, le estaban haciendo mella. Cada vez estaba peor, tan mal que ni él se daba cuenta. Luciano no le quitaba los ojos de encima, no se podía confiar ya en él. Pensaba en los chorretones de sangre cubriéndolos a todos. En las tripas de aquel cazurro que fue su amigo coronando su cabeza. Si algo salía mal, lo iban a pagar los dos. Y su vejiga, ajena a todo, a punto de explotar».
Estos son los carceleros que van a liarla parda. Se debe cuidar esta escena al milímetro. Para escribirla he empleado bastante tiempo, más que el que me podría llevar hacer otra escena en la que aparezca un protagonista. Con el personaje central tienes mucho tiempo para hacerlo. Es menos inmediato y menos exigente. Aquí te la estás jugando de verdad. En serio. Es una escena en la que tienes que transmitir todo el bagaje de estos dos hombres:
- Darles vida propia, que el lector se haga cargo de ellos, que entienda sus motivaciones.
- Que sepa de dónde vienen y por qué van a hacer lo que hacen.
- Además, siendo dos desconocidos para el lector, conseguir que la escena tenga ritmo, que el lector se medio enamore de ellos. Si empatiza aunque solo sea un poco, habrás conseguido que se crea lo que van a hacer.
Aquí tienes que contar todo esto, y mucho más, pero te topas con la jerarquía del texto. Ella impide que puedas emplear más de un párrafo en introducirlos. Entonces, debes seleccionar todas y cada una de las palabras. No queda otra.
Elegir palabras para escribir bien: conclusión
Cómo ves, este es un tema exigente y fundamental. Seleccionar palabras para escribir bien es una asignatura obligada para un escritor que quiera transmitir esa idea que lleva en la cabeza de la manera más exacta posible. Que haya una transferencia casi telepática con el lector. Eso solo se consigue midiendo cada una de las palabras.
Hay muchos elementos y variables que dependen de tu habilidad para hacerlo, aquí he abordado unos pocos, pero hay muchos más. Seguro que seguiré con ello más adelante.
Y hasta aquí este artículo sobre seleccionar las palabras para escribir bien, de momento. Seguro que más adelante volveré a él y lo ampliaré. Sé que han quedado muchas más funciones y ejemplos en mi cabeza. Aún no he conseguido sacarlos todos y depurarlos como a mí me gusta.
Seguro, también, que tú tienes unos cuantos ejemplos más, así que te cedo espacio en los comentarios para que seas parte activa de esta entrada. ¡Venga! ¡Ayúdame a ampliarla!
¡Hasta la semana que viene! ¡A escribir!
Hola Yolanda,
Muy interesante la entrada. Espero que sigas con más ejemplos, es justo lo que ando buscando…
Gracias
Gracias mil. Hola, me alegra verte, aunque sea figuradamente por aquí. Me encanta que te guste. Es un tema que tiene muchas ramificaciones y que influye en todas las piezas que construyen una novela, así que hay infinitos ejemplos, seguiré con ello seguro. Un abrazo enorme 🙂
Muy interesante el artículo, es algo que todo escritor persigue, perfeccionar el lenguaje; pero es tan difícil.
Hola, Alejandro, qué gusto leerte. Sí, es complicado, pero una de las claves de la buena escritura radica en la selección de palabras. Hay que intentarlo cada vez que nos ponemos a escribir. Poco a poco, nuestro cerebro nos ayuda cada vez más. Solo con tenerlo en la cabeza ya se nota a la hora de expresar lo que tienes en la cabeza. Venga, a por ello. Mucho ánimo y mil gracias por el comentario. Un abrazo enorme 🙂
Muy interesante! Es importante venerar la herramienta, que para los escritores es el lenguaje. Encontrar la palabra exacta, expresar un pensamiento, acción o emoción de la forma más concreta posible… son partes importantes, y motivadoras, del proceso de escritura. Viene bien recordarlo, y este artículo contribuye mucho a reflexionar sobre ello. Me ha encantado!
Hola, María, me alegra que te haya gustado. A veces, se nos olvida que de esa selección parte una buena escena, es el caldo de cultivo para que todo funcione como debe en una novela. Es muy importante y lo constato día tras día en mi trabajo. Hay una diferencia abismal entre los autores que le prestan la debida atención a las palabras con las que construyen sus historias, a todas; y los que no son tan cuidadosos en este aspecto. La novela puede tener unos personajes maravillosos y unas tramas alucinantes, pero solo funcionarán en la cabeza del autor, si no es capaz de elegir bien las palabras para transmitirlo. Y lo dejo ya, me podría estar un año entero hablando de este tema y nunca terminaría de rematarlo. Mil gracias por tu comentario. Un abrazo
A ver,quiero emplear las palabras exactas: me encantan tus artículos.
A ver si consigo yo también ser exacta: mil millones de gracias 🙂
Hola, genial tu articulo y empecé a seguirte en Twitter, yo estoy empezando a escribir y bueno, aunque siento que me falta pulirme al máximo he coincidido contigo en lo que expones y algunas cosas ya las he ido haciendo en mi ejercicio, especialmente en la investigación de los personajes. Por ejemplo, tengo uno pero tiene demasiados roles y aficiones en su vida real, decidí para mi historia dividirlo en dos personas diferentes y a cada uno asignarle lo que puede ser común para cada identidad.
Hola, Carolina, muy bien, porque lo primero que tiene que ser un personaje es verosímil, su arco debe ser lo más orgánico posible. Mucho ánimo con ello. 🙂 Un abrazo.